El francotirador de Clint Eastwood es un drama bélico biográfico basado en los hechos reales del francotirador Chris Kyle, un norteamericano que mató a muchos insurgentes en Irak para proteger a sus compañeros. Dirigida con un ritmo dinámico en la acción y paulatino en el resto, es una obra incitadora en su realismo al dejar al espectador atónito con la crudeza de la guerra, concluyendo una obra notable que quizás excede el patriotismo americano y excusa sus hazañas como algo necesario, pero tampoco abusa de la historia en este sentido y desde luego deja buenas vibraciones tras su visionado.
La fotografía es lumínica y evocadora a cada lugar, gracias a un magnífico trabajo que es impactante y excede la sangre y la violencia para transportar al espectador al combate mantenido por los norteamericanos en Irak. La música es intensa e inquietante en los momentos de acción, ya que sus sonidos amenazadores tienen el objetivo de dramatizar y mantener en vilo al público gracias al trabajo de Ennio Morricone y el mismo director. Los planos y movimientos de cámara consuman un buen trabajo técnico a través del uso de los detalles, generales, reconocimiento, subjetivos, cámara en mano, avanti, retroceso, aéreos y circulares que sacan lo mejor de la trama y las interpretaciones. Cabe destacar también, los efectos visuales y de sonido que sobrecogen al mostrar la cruda realidad del enfrentamiento y dejar así al público marcado.
Las actuaciones son deslumbrantes y muy profundas. Como protagonista Bradley Cooper trabaja con calado psicológico en un enorme papel y son admirables los acompañamientos de Sienna Miller, Luke Grimes, Jake McDorman, Kyle Gallner y Keir O´Donnell entre otros. La dirección artística emplea para estos unos vestuarios y caracterizaciones alusivos a cada época, lugar y profesión en una gran labor que muestra tal cual a los insurgentes, militares, vaqueros etc, al igual que los oportunos decorados que ayudan al espectador a comprender todo lo que rodeaba a los militares en la guerra de Irak.
El guion, escrito por Jason Hall y adaptado de la autobiografía de Chris Kyle, es penetrante al exhibir la crudeza y realismo de la guerra y lo que debían hacer los militares norteamericanos para ganar aún en contra de la ética o los principios más elementales del ser humano, haciendo al público partícipe durante todo el film de esta difícil situación, aunque en ocasiones quizás sobre algo del acostumbrado patriotismo al que nos tienen acostumbrados los americanos. Esto se lleva a cabo con una narrativa expresiva y algo desesperanzada que es muy apropiada y sugestiva de militares con síntomas post-traumáticos bélicos. Cabe destacar también, el montaje con flash-back imaginativo sobre la vida del personaje explicando todo el proceso hasta llegar a la guerra, enlazando así con el principio del film en una operación ya utilizada en muchas ocasiones.
Para finalizar, la considero una obra notable basada en hechos reales que se centra en la autodestrucción del protagonista al no poner fin este a su presencia continuada en la guerra de Irak en contra de la opinión de las personas que le quieren, atrapando con esa cuestión al espectador en su visionado. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, montaje, efectos, planos, movimientos de cámara, vestuarios y narrativa que hacen de El francotirador, un film provocador por lo que muestra y desde luego uno de los mejores del año.