Peter Jackson se lanza a la adaptación de King Kong, una de las películas donde el mito de la Bella y la Bestia es más que evidente, y lo hace de forma espectacular, con dos partes perfectamente comprensibles, expresando perfectamente el terror que inspira la bestia excelente interpretada por todo un especialista en encarnar este tipo de papeles de animales y criaturas a los que impregna de humanidad y de ferocidad con tan sólo la mirada, el gran Andy Serkis.

Primera parte en la que Jackson nos presenta el cine dentro del cine, un productor arruinado, quizás en uno de los mejores papeles dramáticos de Jack Black, que busca en una isla la certeza de la existencia de una vieja leyenda, y que embaucando a su equipo y a dos actores sin éxito, la atractiva Naomi Watts y el entrenador Kyle Chandler, junto a un joven escritor y guionista encarnado por Adrien Brody, ponen rumbo a la isla tras haber fletado un barco capitaneado por un traficante y cazador de animales.

La llegada a la isla refleja todo el terror que una criatura prehistórica como Kong despierta entre la población nativa, que con una gran muralla intentan protegerse tanto de Kong como del resto de depredadores que coexisten en la isla, y para ello secuestran a la chica, ofreciéndosela a la Bestia como tributo.

Y ahí es cuando más disfruta Jackson, ofreciéndonos una película de aventura en plena naturaleza brillante, con una fotografía excelente y una banda sonora impresionante, donde la Bella expresa todo el terror que le induce la Bestia en un interminable viaje adentrándose en la jungla. Las licencias de Jackson con el guión original se suceden, pero engrandecen aún más su producción, con coreografías excitantes de enfrentamientos entre criaturas prehistóricas donde introduce a los humanos y su lucha por la supervivencia.

Luego, una vez arruinada la película que se proponían filmar, Jack Black es el vivo reflejo de la codicia humana, donde nada la importa más que el éxito y el beneficio, lo que le lleva a capturar a la criatura y transportarla a Nueva York para exhibirla.

La última parte también está rodada con brillantez, donde la afinidad y el amor de la Bestia por la Bella es ostensible y donde Andy Serkis dota de humanidad a esos ojos de la Bestia completamente enamorado de la Bella.

Notable, 8.