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Sudán Sudán · Me la
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9
Comedia José Luis, el empleado de una funeraria, proyecta emigrar a Alemania para convertirse en un buen mecánico. Su novia es hija de Amadeo, un verdugo profesional. Cuando éste los sorprende en la intimidad, los obliga a casarse. Ante la acuciante falta de medios económicos de los recién casados, Amadeo, que está a punto de jubilarse, trata de persuadir a José Luis para que solicite la plaza que él va a dejar vacante, lo que le daría derecho ... [+]
22 de marzo de 2022
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Séptimo largometraje de Berlanga, el segundo en colaboración con Rafael Azcona tras “Plácido” (1961), con la colaboración inestimable del guionista italiano Ennio Flaiano. Considerada por muchos críticos, no solo como una de las mejores películas españolas de la Historia, sino también de todos los tiempos. Lo que nos lleva a pensar en la mala suerte de Berlanga en el extranjero y por eso sus películas no tienen el reconocimiento que, por ejemplo, puedan tener las de Luis Buñuel. Pero eso no quita para que el cine de Berlanga avance a pasos agigantados, porque no solo “El verdugo”, por supuesto una obra maestra en la Historia del Cine, es también “Plácido”, es “Bienvenido Míster Marshall”, es “La escopeta nacional”, etc. Es uno de los más grandes maestros no solo del cine europeo sino del cine mundial. Ver “El verdugo” es, además de ver una película excepcional, uno de los grandes acontecimientos culturales del siglo XX.

Nadie como Berlanga ha retratado en el cine la mezquindad, la mediocridad y la frustración de una colectividad miserable. Pero siempre lo ha hecho con una mirada compasiva, quizás cómplice, y me atrevo a decir que hasta cariñosa. En el cine de Berlanga no se sabe qué te produce más placer: si lo que te cuenta o el cómo lo cuenta. Porque a lo largo de su obra, Berlanga ha construido y mejorado una forma singular de mirar, un estilo propio inconfundible. “El verdugo”, entre otras muchas cosas, indaga como nadie lo ha sabido hacer en los sutiles mecanismos en los que la sociedad en la que vivimos es capaz de presionar, manipular y chantajear emocionalmente al individuo hasta forzarle y obligarle a hacer lo que no quiere, empujándole a traspasar la barrera, muchas veces sutil, de su propio compromiso moral. Y todo ello, que parece un tema muy trascedente y muy serio, con un estilo cruel pero inteligente, patético pero divertido, sin caer jamás ni en la vulgaridad ni en la solemnidad, y empleando el humor como arma destructiva.

Junto con la menos vista pero también extraordinaria "El mundo sigue" de Fernando Fernán-Gómez, también del 63, son las dos películas que dan una imagen más terrible y más certera de lo deprimente que podía ser la vida, específicamente madrileña, en la España de ese momento. Y las dos, aunque puedan parecer caricaturescas o totalmente exageradas, se han convertido en los documentos sociales sobre cómo era España en esa época más fieles que películas de apariencia o ambición más realista, más trascedentes o más de actualidad. Por debajo de los elementos que tiene grotescos, falsescos y divertidos, hay un elemento de patetismo terrible. La única que mantiene la dignidad, como en Plácido era Elvira Quintillá, la mujer del protagonista, aquí es Emma Penella.

La película llega en el cénit de madurez de su carrera. El guión de Berlanga, Azcona y Flaiano, y la puesta en escena de Berlanga consiguen la perfección de la armonía. Es muy difícil lograr empastar en una sola película una comedia de costumbres (con aspectos documentales de la época), una película de tesis (la pena de muerte) y todo un microcosmos humano en el que aparece la comedia negra, el melodrama, etc., con el protagonista (característico de las películas de Berlanga) atrapado por un compromiso, no solamente moral, sino vital (si se casa o no se casa, cambiar la vida de un hombre por un piso, etc.) y lograr que todo eso sea armónico, que te rías, que reflexiones, resulta extraordinario. Termina con la leyenda menospreciadora de que las películas de Berlanga
son más interesantes por los personajes y las características que por la técnica. Demuestra que, aparte de un extraordinario guionista y creador de personajes y situaciones, era un enorme director de cine por cómo utiliza la profundidad de campo, cómo planifica las escenas, cómo aprovecha los personajes dentro del propio cuadro, etc.

El reparto coral, habitual en las películas de Berlanga, es asombroso, encabezado por el trío protagonista: Nino Manfredi, Emma Penella y Pepe Isbert, y acompañdo por un séquito de secundarios de lujo, aunque se echa en falta a uno de sus secundarios fetiche: Manuel Alexandre. Berlanga quería el papel protagonista para López Vázquez pero al tratarse de una coproducción hispano-italiana le impusieron a Manfredi, algo que nunca llegó a ser del agrado del director. Mención especial al doblaje (también habitual en Berlanga que sus películas se doblaran enteras puesto que odiaba el sonido directo) y como curiosidad destacar que a Manfredi lo doblaba el actor Jose María Prada, con el que comparte alguna escena en la película. Alfredo Landa, por ejemplo, también aparece doblado.

"El verdugo" es una maravilla desde su título, porque titular así una película en el 63 es bastante significativo y no sé cómo la censura lo dejó pasar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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