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Voto de gerardops:
4
4,3
15.040
Acción. Aventuras. Fantástico
A pesar de estar enterrada en una tumba en lo más profundo del desierto, una antigua princesa (Sofia Boutella) cuyo destino le fue arrebatado injustamente, se despierta en la época actual, trayendo consigo una maldición que ha crecido hasta límites insospechados con el paso de miles de años. (FILMAFFINITY)
10 de junio de 2017
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace algunos años se hizo muy popular el anuncio de una célebre marca de neumáticos cuyo lema era “la potencia sin control no sirve de nada” y, ciertamente, no le faltaba razón. Trasladando idéntico símil al ámbito del Séptimo Arte, se puede aplicar a aquellas películas empeñadas en incluir la escena más inverosímil, la más asombrosa, la más grandilocuente o la más rocambolesca, con el único objetivo de arrancar del público una exclamación momentánea, pero sin valorar cómo influirá ello en el conjunto del largometraje. El género de acción está plagado de secuencias destinadas a dejar al espectador con la boca abierta la primera vez que las ve, aunque posteriormente se ría con disimulo al comprobar lo absurdo de la propuesta. En este punto recuerdo, por ejemplo, la cinta “Eraser”, en la que el musculoso Arnold Schwarzenegger se sujetaba con las manos sobre la puerta abierta del exterior de un avión que volaba a gran velocidad y altura, con el reactor de la nave justo detrás suyo. Finalmente se soltó, pasando junto al motor sin que la turbina lo engullese y, en ausencia de paracaídas, terminó por estrellar su cuerpo encima de un coche aparcado en tierra, por supuesto con daños irrelevantes para el protagonista de la heroicidad. En un visionado inicial, la toma llamaba la atención enormemente pero, en los sucesivos, lo normal es que se catalogue como una fantasmada propicia para la burla.
En ese sentido, “La momia” es un despliegue de esa clase de secuencias muy bien rodadas, pomposas, llamativas y espectaculares. La mayor parte de ellas me resultaron atrayentes desde el punto de vista visual, puesto que poseen ritmo y fomentan el toque de aventura. Pero, por desgracia, su efecto se diluye a los pocos segundos y resultan incapaces de sostener una historia cercana a las dos horas de duración. La naturaleza y la esencia última del proyecto está más vinculada con los videojuegos que con el cine en sí mismo. La aparatosidad y el desenfreno que desprende la cinta conectan más con esa velocidad a la que los jugadores de la Play Station pulsan los botones de sus mandos. Todo es rápido, extenuante y fatigoso, una concatenación de efectos diseñados para fascinar y agrupados consecutivamente para no dar respiro ni permitir reflexión alguna. Tan sólo para aturdir con el espectáculo. Lo cierto es que en algún momento, ya sea durante la proyección o al abandonar la sala, se evidencia lo artificioso y lo pretencioso de la propuesta.
Títulos sobre la Momia hay muchos, en distintas épocas y estilos, más o menos terroríficos, cómicos o aventureros. Este estreno es, probablemente, el mejor en cuanto a técnica, el más deslumbrante y el más caro. Pero, asimismo, el más vacío y el más hueco.
El veterano productor Alex Kurtzman da aquí el salto detrás de la cámara para asumir la labor de cineasta y, tras el dulce melodrama “Así somos”, cambia el registro hacia un trabajo más vertiginoso. En contra de lo que se pudiera pensar, en él han participado tres guionistas de renombre: David Koepp (“Misión: Imposible”, “Parque Jurásico”, “La guerra de los mundos”, “Spiderman”), Christopher McQuarrie (Oscar al mejor guion por “Sospechosos habituales”) y Dylan Kussman (que debuta como escritor, pero que acumula interpretaciones en títulos como “El club de los poetas muertos” o “El vuelo”). Sus aportaciones, no obstante, pasan desapercibidas ante la impresionante exhibición de efectos especiales y el ostentoso desfile de proezas.
Tom Cruise y Russell Crowe, dos grandes pesos pesados de Hollywood, encabezan el reparto. Ambos han dado sobradas muestras de calidad en el pasado, acreditando así su talento y habilidad, pero ya llevan varios años demasiado alejados de su nivel profesional de antaño. Cintas como “El color del dinero”, “Nacido el cuatro de julio”, “Algunos hombres buenos”, “La tapadera”, “Collateral” o “Minority Report” (el primero) y “L.A. Confidencial”, “El dilema”, “Una mente maravillosa”, “Gladiator” o “American Gangster” (el segundo), demuestran sin duda su capacidad de llevar a cabo actuaciones muy superiores a las que nos ofrecen de un tiempo a esta parte.
www.cineenpantallagrande.blogspot.com
@gerardo_perez_s
En ese sentido, “La momia” es un despliegue de esa clase de secuencias muy bien rodadas, pomposas, llamativas y espectaculares. La mayor parte de ellas me resultaron atrayentes desde el punto de vista visual, puesto que poseen ritmo y fomentan el toque de aventura. Pero, por desgracia, su efecto se diluye a los pocos segundos y resultan incapaces de sostener una historia cercana a las dos horas de duración. La naturaleza y la esencia última del proyecto está más vinculada con los videojuegos que con el cine en sí mismo. La aparatosidad y el desenfreno que desprende la cinta conectan más con esa velocidad a la que los jugadores de la Play Station pulsan los botones de sus mandos. Todo es rápido, extenuante y fatigoso, una concatenación de efectos diseñados para fascinar y agrupados consecutivamente para no dar respiro ni permitir reflexión alguna. Tan sólo para aturdir con el espectáculo. Lo cierto es que en algún momento, ya sea durante la proyección o al abandonar la sala, se evidencia lo artificioso y lo pretencioso de la propuesta.
Títulos sobre la Momia hay muchos, en distintas épocas y estilos, más o menos terroríficos, cómicos o aventureros. Este estreno es, probablemente, el mejor en cuanto a técnica, el más deslumbrante y el más caro. Pero, asimismo, el más vacío y el más hueco.
El veterano productor Alex Kurtzman da aquí el salto detrás de la cámara para asumir la labor de cineasta y, tras el dulce melodrama “Así somos”, cambia el registro hacia un trabajo más vertiginoso. En contra de lo que se pudiera pensar, en él han participado tres guionistas de renombre: David Koepp (“Misión: Imposible”, “Parque Jurásico”, “La guerra de los mundos”, “Spiderman”), Christopher McQuarrie (Oscar al mejor guion por “Sospechosos habituales”) y Dylan Kussman (que debuta como escritor, pero que acumula interpretaciones en títulos como “El club de los poetas muertos” o “El vuelo”). Sus aportaciones, no obstante, pasan desapercibidas ante la impresionante exhibición de efectos especiales y el ostentoso desfile de proezas.
Tom Cruise y Russell Crowe, dos grandes pesos pesados de Hollywood, encabezan el reparto. Ambos han dado sobradas muestras de calidad en el pasado, acreditando así su talento y habilidad, pero ya llevan varios años demasiado alejados de su nivel profesional de antaño. Cintas como “El color del dinero”, “Nacido el cuatro de julio”, “Algunos hombres buenos”, “La tapadera”, “Collateral” o “Minority Report” (el primero) y “L.A. Confidencial”, “El dilema”, “Una mente maravillosa”, “Gladiator” o “American Gangster” (el segundo), demuestran sin duda su capacidad de llevar a cabo actuaciones muy superiores a las que nos ofrecen de un tiempo a esta parte.
www.cineenpantallagrande.blogspot.com
@gerardo_perez_s