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Voto de KesheR:
6
7,0
1.162
Drama. Romance
Norte de Francia 1920. Casi dos años después de acabar la Primera Guerra Mundial, una bella y elegante mujer sigue intentando tener noticias de su marido, un militar desaparecido en el frente. Desplazada al aún desolado lugar de los sangrientos combates, conoce al comandante Dellaplane, responsable de una sección del ejército francés encomendada a la búsqueda e identificación de las víctimas de la guerra, pues miles de soldados ... [+]
17 de abril de 2009
28 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre he mantenido que algunos defectos aparecen recurrentemente en el cine, de manera tan repetitiva que se han convertido en normales. Convivimos con esas fallas (a menudo argumentales) y a veces no nos damos ni cuenta. Hilando aún más fino, muchos de estos defectos recurrentes se deben al hecho de que el cine tiene que contar muchas cosas muy emocionantes en muy poco tiempo. A diferencia de la literatura, en el cine no hay posibilidad material de explayarse, a no ser que tengas los cojones/ovarios como Claude Lanzmann y hagas un documental de nueve horas.
Ejemplos de este corre-que-te-pillo narrativo serían: personas normales que se convierten en héroes de la noche a la mañana, santos que se convierten en villanos psicópatas por una sola causa concreta, individuos que se vuelven locos en cinco minutos, asesinos que tras una vida de maldades dan su vida por el bien en el último momento...
... y, por supuesto, los romances imposibles.
Viendo "La vida y nada más", creo que he presenciado la historia de amor más condensada y absurda que jamás se ha rodado. Pasemos a "spoiler".
Ejemplos de este corre-que-te-pillo narrativo serían: personas normales que se convierten en héroes de la noche a la mañana, santos que se convierten en villanos psicópatas por una sola causa concreta, individuos que se vuelven locos en cinco minutos, asesinos que tras una vida de maldades dan su vida por el bien en el último momento...
... y, por supuesto, los romances imposibles.
Viendo "La vida y nada más", creo que he presenciado la historia de amor más condensada y absurda que jamás se ha rodado. Pasemos a "spoiler".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
¿Cómo pueden dos personas enamorarse hasta las trancas hablando un par de veces, de pasada? ¿Cómo pueden jurarse amor eterno tras viajar un rato en coche juntos y cruzar dos frases en la cena? ¿Dónde están las razones de su amor? ¿Tenemos que suponer encuentros entre los protagonistas que quedan "off the record"?
Es posible escribir un romance que se desarrolla en 24 horas y que quede creíble (que le pregunten a Richard Linklater, que en esto es un genio), pero hay que desarrollarlo profundamente, y no dedicarte a nada más. De hecho, me atrevería a decir que escribir un romance instantáneo creíble es la tarea más difícil a la que se puede entregar un literato, y también es la más propensa a las faltas.
Gracias a dios, en "La vida y nada más" hay otras cosas que la convierten en una película interesante. La historia de los desaparecidos, la obsesión del comandante con el recuento de los muertos (una forma de buscar orden en medio del caos de la guerra, una forma de redención posbélica), la galería siniestra de objetos expuestos ante las familias (que buscan entre la basura un trozo de chatarra al que aferrarse), la búsqueda del soldado desconocido (de lo mejor de la película) y la pantomima subsiguiente (un espectáculo tan bueno como cualquier otro para lavar conciencias y reafirmar el patriotismo suicida), las críticas del comandante hacia el ministro vendido... Todo ello convierte "La vida y nada más" en algo digno de ver.
Queda como asignatura pendiente para algún "youtubero" extraer la historia de amor de esta película y presentar así una versión más digerible.
Es posible escribir un romance que se desarrolla en 24 horas y que quede creíble (que le pregunten a Richard Linklater, que en esto es un genio), pero hay que desarrollarlo profundamente, y no dedicarte a nada más. De hecho, me atrevería a decir que escribir un romance instantáneo creíble es la tarea más difícil a la que se puede entregar un literato, y también es la más propensa a las faltas.
Gracias a dios, en "La vida y nada más" hay otras cosas que la convierten en una película interesante. La historia de los desaparecidos, la obsesión del comandante con el recuento de los muertos (una forma de buscar orden en medio del caos de la guerra, una forma de redención posbélica), la galería siniestra de objetos expuestos ante las familias (que buscan entre la basura un trozo de chatarra al que aferrarse), la búsqueda del soldado desconocido (de lo mejor de la película) y la pantomima subsiguiente (un espectáculo tan bueno como cualquier otro para lavar conciencias y reafirmar el patriotismo suicida), las críticas del comandante hacia el ministro vendido... Todo ello convierte "La vida y nada más" en algo digno de ver.
Queda como asignatura pendiente para algún "youtubero" extraer la historia de amor de esta película y presentar así una versión más digerible.