Ufff. Por dónde empezar.

Los chistes de Reynolds. Al principio te hacen gracia. Por la mitad ya te los ves venir indefectiblemente, al final son insufribles.

Nunca se me hizo tan predecible la aparición del malo para usufructuar el esfuerzo ajeno. Claro, al final está el porqué, pero el fastidio de las predecibles apariciones le restó volumen a la sorpresa.

Me encanta como autos guardados 70 años arrancan mejor que el mío! (emoticon de carcajada).

Me encanta que se le muestre al mundo cómo los argentinos podemos construir túneles mineros más anchos y espectaculares que la interestatal I95 de EEUU, aunque en el mapa nos hayan ubicado en Brasil. (emoticon de mareo)

Me hizo acordar al Villa Gesell de X-Men, ciudad que queda en el Atlántico pero la vemos con montañas nevadas de la Cordillera de los Andes de fondo. (emoticon de chifladura)

Podría escribir un libro, pero cerraré con el robo en la casa del español. Dijeron, hagamos que Deadpool se trague a Ethan Hunt de Misión Imposible, y así lo hicieron. Pero ni Tom Cruise lo hubiese podido lograr. Ellos sí, de maneras en las que el ridículo produce espanto.

Tanta parafernalia, tanta evocación, tanta previsibilidad, es querer hacer un cóctel con cien ingredientes y eso salió. Por lo menos Deadpool termina silbando la música de Indiana Jones, para no ser tan descarados.

Y mejor la corto. Gracias por haberme leído.