Interesante drama familiar sobre un acomodado matrimonio con dos hijos en el que, súbitamente, el marido plantea el divorcio. A partir de este hecho, la esposa rememora a través de sucesivos y estilizados flashbacks, muy originales, que surgen desde las sombras, como en escenarios teatrales, los momentos alegres y tristes que les han llevado hasta allí, tratando de buscar las razones de esa decisión y donde se descubre a sí misma como una mujer manipuladora capaz de cualquier cosa por la felicidad de la pareja, aunque ello suponga infringir ciertas normas. El director de origen alemán Curtis Bernhardt, uno de esos artesanos de lujo un poco despreciados por las antologías, en este caso un poco alejado de su habitual terreno del cine negro, muestra con encomiable equilibrio y sin histrionismo los diferentes puntos de vista de los personajes y sus razones, en una película sorprendentemente madura a través de una muy buena historia, muy moderna, con una dirección sobria y sensible. Como no podía ser de otra manera la interpretación de Bette Davis es magnífica -fue la película inmediatamente anterior a la estratosférica “All about Eve” (Eva al desnudo, 1950, de Joseph Mankievicz) aunque se estrenó después- pero también lo es la contenida interpretación de un actor como Barry Sullivan cuya carrera hubiera merecido más gloria en el papel del marido. Gran película.