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Ciencia ficción
Finales del siglo XXI. Un grupo de científicos y exploradores emprende un viaje espacial de más de dos años en la nave Prometheus a un remoto planeta recién descubierto, donde su capacidad física y mental será puesta a prueba. El objetivo de la misión es encontrar respuesta al mayor de los misterios: el origen de la vida en la Tierra. (FILMAFFINITY)
5 de agosto de 2012
53 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya se ha comentado bastante sobre las idioteces, incongruencias, barbaridades, y desvaríos de la película. Los suscribo.
Solo añadiré algo que parece que no se ha comentado: el preocupante rollito cutre-religioso.
Al spoiler.
Solo añadiré algo que parece que no se ha comentado: el preocupante rollito cutre-religioso.
Al spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
1- Se repite varias veces la frase (más o menos, escribo de memoria) "He elegido creer en ello". Y lo hacen poniendo caritas de estar diciendo algo muy profundo y tal.
Vamos a ver, uno no "elige" creer en algo. Creer no depende de la voluntad como en una elección tipo "elijo un bocata calamares o irme de vacaciones a Burundi". Se cree en algo CONTRA la propia voluntad. Si de verdad se cree en algo, lo vemos como algo inevitable, incontestable, es decir ajeno a toda "elección".
Otra cosa distinta es tener confianza en que algo resulte ser como te lo imaginas y te gustaría que fuera.
Pero claro, jugando a la confusión, ya se está metiendo de rondón (gracias a haber metido el concepto “elegir”) el rollito cutre-religioso, es decir: prescindamos de toda evidencia científica, de todo estudio analítico, de todo protocolo de conocimiento porque al final resulta que se puede “elegir” en qué creer. Y esa elección se presenta no solo como legítima sino como guachipiruli. ¡Y para colmo de los colmos lo dicen unos científicos!
2- En la reunión inicial de los tripulantes se dice de forma rimbombante (otra vez poniendo caritas de decir verdades tremebundas) que el robot no puede tener sentimientos porque no tiene “alma”. Toma ya. Los científicos de finales del s. XXI. Por favor, ¿todavía con esas cosas? ¡Pero si ya suena a chiste hoy en día!
3- Nada más llegar al planeta, lo primero que se encuentran (mira tú qué casualida increíble) son unas construcciones. El protagonista las mira y se da cuenta de que es artificial porque -al loro-: "Dios no construye líneas rectas". ¡Toma ciencia! ¡Y lo dice un científico!
4- (Esta es la bomba) El marido (ojo, que se supone que es un científico de la leche) le dice a su mujer algo así como que ya no tiene sentido su apego al crucifijo que lleva al cuello porque ya han descubierto quién creó al hombre. Entonces ella, rápida como el rayo y con un primer plano a toda pantalla (y otra vez con cara de tremebunda) le suelta el superargumento: “sí, pero ¿quién ha creado a ellos?” ¡Toma, toma! ¡Y el marido se queda con cara de alelado como diciendo “coño, es verdad, no se me había ocurrido”! Me chapoteaban los zapatos con los lagrimones de la risa.
4- El robot le quita a la protagonista el crucifijo con una excusa médica pero con “intención”. Se ve que hay algo más que el mero hecho de retirarlo. Más adelante ella se lo pide y lo recupera aferrándose a él como quien se agarra a un flotador salvavidas después de un naufragio. Es evidente que para ella no tiene un mero significado de recuerdo de familia sino que hay algo más: ha “elegido” creer.
En fin, que estas cosas a los americanos les encantarán porque les va el muy preocupante y estúpido rollo ese de “yo elijo en qué creer y mi elección irracional está al mismo nivel y vale tanto como todos tus descubrimientos científicos”.
¡Qué paciencia hay que tener!
Vamos a ver, uno no "elige" creer en algo. Creer no depende de la voluntad como en una elección tipo "elijo un bocata calamares o irme de vacaciones a Burundi". Se cree en algo CONTRA la propia voluntad. Si de verdad se cree en algo, lo vemos como algo inevitable, incontestable, es decir ajeno a toda "elección".
Otra cosa distinta es tener confianza en que algo resulte ser como te lo imaginas y te gustaría que fuera.
Pero claro, jugando a la confusión, ya se está metiendo de rondón (gracias a haber metido el concepto “elegir”) el rollito cutre-religioso, es decir: prescindamos de toda evidencia científica, de todo estudio analítico, de todo protocolo de conocimiento porque al final resulta que se puede “elegir” en qué creer. Y esa elección se presenta no solo como legítima sino como guachipiruli. ¡Y para colmo de los colmos lo dicen unos científicos!
2- En la reunión inicial de los tripulantes se dice de forma rimbombante (otra vez poniendo caritas de decir verdades tremebundas) que el robot no puede tener sentimientos porque no tiene “alma”. Toma ya. Los científicos de finales del s. XXI. Por favor, ¿todavía con esas cosas? ¡Pero si ya suena a chiste hoy en día!
3- Nada más llegar al planeta, lo primero que se encuentran (mira tú qué casualida increíble) son unas construcciones. El protagonista las mira y se da cuenta de que es artificial porque -al loro-: "Dios no construye líneas rectas". ¡Toma ciencia! ¡Y lo dice un científico!
4- (Esta es la bomba) El marido (ojo, que se supone que es un científico de la leche) le dice a su mujer algo así como que ya no tiene sentido su apego al crucifijo que lleva al cuello porque ya han descubierto quién creó al hombre. Entonces ella, rápida como el rayo y con un primer plano a toda pantalla (y otra vez con cara de tremebunda) le suelta el superargumento: “sí, pero ¿quién ha creado a ellos?” ¡Toma, toma! ¡Y el marido se queda con cara de alelado como diciendo “coño, es verdad, no se me había ocurrido”! Me chapoteaban los zapatos con los lagrimones de la risa.
4- El robot le quita a la protagonista el crucifijo con una excusa médica pero con “intención”. Se ve que hay algo más que el mero hecho de retirarlo. Más adelante ella se lo pide y lo recupera aferrándose a él como quien se agarra a un flotador salvavidas después de un naufragio. Es evidente que para ella no tiene un mero significado de recuerdo de familia sino que hay algo más: ha “elegido” creer.
En fin, que estas cosas a los americanos les encantarán porque les va el muy preocupante y estúpido rollo ese de “yo elijo en qué creer y mi elección irracional está al mismo nivel y vale tanto como todos tus descubrimientos científicos”.
¡Qué paciencia hay que tener!