"Voy a matar a un hombre. No sé cómo se llama, ni dónde vive, ni tengo idea de su aspecto. Pero voy a encontrarlo, y lo mataré". Así comienza "La bestia debe morir", la estupenda novela negra de Nicholas Blake (alias del poeta Cecil Day-Lewis, padre del actor Daniel Day-Lewis), una obra que entusiasmaba a Borges y que fue la elegida para inaugurar la mítica colección de El Séptimo Círculo.

Claude Chabrol dirige una adaptación soberbia, llena de poesía y belleza. Tras un magnífico prólogo, repleto de suspense, "Accidente sin huella" sigue a un padre que emprende la búsqueda del asesino de su hijo. Chabrol rueda con minuciosidad y delicadeza, logra que los sentimientos parezcan reales, que los personajes importen. Consigue imágenes que permanecen largo tiempo en la retina. La trama se va complicando conforme pasan los minutos, la tensión se acumula y nos conduce a un hermoso desenlace que desborda lirismo.

Está lejos de ser la típica película de venganza; la historia nos apasiona aunque sepamos que no puede acabar bien; a pesar de su aparente frialdad las emociones laten en la pantalla. El protagonista, tan lejos de su objetivo en un principio, tendrá la oportunidad, gracias a una combinación de pericia y suerte, de mirar a la cara al responsable de su tragedia.