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Voto de Néstor Juez:
6
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Drama
Eva (Itsaso Arana) es una chica de treinta y tres años que hace de su decisión de quedarse en agosto en Madrid un acto de fe. Necesita sentir las cosas de otra manera y piensa en el verano como un tiempo de oportunidades. En esos días de fiesta y verbenas se van sucediendo encuentros y azares, y Eva descubrirá que todavía tiene tiempo, que todavía puede darse una oportunidad. (FILMAFFINITY)
15 de agosto de 2019
4 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine español crece año a año, como está demostrando un gran año 2019 de fuerte presencia en festivales internacionales. El cine de Industria se encuentra en un momento atractivo de calidad, y entre la cinefilia y la crítica especializada está ya muy asentada y apreciada nuestra gran corriente de cine independiente. Y dentro de este universo no hay realizador más consolidado y con mayor legión de aficionados que el ya no tan joven Jonás Trueba, un integrante más de una larga familia de cineastas. Breve es su filmografía pero en algunos circuitos culturales (vaya usted a saber porqué, pero no entremos en esos cenagales) empieza a tomar un cariz de leyenda. Servidor no lo tiene estudiado pero la única película que ha visto de este señor le satisfizo realmente poco. La que nos ocupa, sin embargo, ha sido aplaudida fuera de nuestras fronteras. Ganó el premio Fipresci de la crítica y la Mención especial del jurado de la Sección Oficial de Karlovy Vary. Esta es La virgen de Agosto. Filme que se estrena en un momento adecuado, de manera que la realidad hace eco a la ficción, y que hasta cierto punto sirve de homenaje y remanente de la labor cultural del Madrid de Carmena. Cine local sobre, por, para y en honor de su espacio, narrado con la sensibilidad y maneras de un cine independiente de escuela elevadamente validado. Deseoso de que el filme llevara la contraria a mis prejuicios y de descubrir al fin un filme que me hiciese reconocer el susodicho talento, acudí a la cobertura de este estreno con indisimulable interés. Me place escribir de una película sin atisbos de excelencia, pero sin duda una buena película. Una historia sobre una semana de cambios personales en el interludio estival sencilla en contenidos y formas, pero sensible y moderada en su puesta en escena y creación de momentos. Película de la vida habitual que no desentona y captura verdad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El sofocante calor azota la solitaria Madrid durante el mes de agosto. Eva (radiante Itsaso Arana), ya avanzada en su treintena, se compromete con la idea de quedarse en Madrid en estoica soledad. Encuentros fortuitos con viejos y nuevos amigos durante las Fiestas de la Paloma le llevarán a replantearse su futuro como terreno de nuevas oportunidades. Un retrato generacional de los españoles desamparados de la treintena que es toda una carta de amor a la capital de España. Cine madrileño para Madrid y por Madrid, que muestra al mundo parte de su esencia. Podríamos incluso estar hablando de Madrid, la película. Todo aquel que haya vivido las verbenas retratadas las reconocerá al instante, en un filme que sin duda te apela mucho más si eres local. Una película pequeña y emotiva, narrada con una evidente sensibilidad. Aún sin ser nada particularmente excepcional, la realización está planteada con gusto, dejando varios encuadres jugosos que sacan el máximo partido a las texturas de la fotografía de Racaj. Una película sobre los errantes de a pie que, pese a su ampulosidad poética, captura dosis de verdad.
Allí donde los hechos y los personajes orbitan alrededor de la naturalidad de las vidas de las personas de a pie, la manera de encarar los diálogos e introducir los conceptos filosóficos trascendentales en el procedimiento de Eva resulta pretenciosa y artificiosamente literaria. Los temas y soluciones sobre los que se versan son mucho menos creativos e inspirados de lo que sus complacientes diálogos nos quieren dar a entender. Todas las acciones y tramas se conforman en última instancia con menos. Las interpretaciones son planas, y por agradable y simpático que resulte el visionado no deja de ser un filme sobre vidas triviales que no enriquece en demasía el recuerdo cinéfilo. Buena película construida desde lo pequeño pero que a la hora de volar alto escasea en fuerza por su falta de matices.
Humana, inmersiva y terapéutica, La virgen de Agosto no ofrece relevantes hallazgos cinematográficos pero deleita con una precisa captura de un espíritu generacional madrileño.
Allí donde los hechos y los personajes orbitan alrededor de la naturalidad de las vidas de las personas de a pie, la manera de encarar los diálogos e introducir los conceptos filosóficos trascendentales en el procedimiento de Eva resulta pretenciosa y artificiosamente literaria. Los temas y soluciones sobre los que se versan son mucho menos creativos e inspirados de lo que sus complacientes diálogos nos quieren dar a entender. Todas las acciones y tramas se conforman en última instancia con menos. Las interpretaciones son planas, y por agradable y simpático que resulte el visionado no deja de ser un filme sobre vidas triviales que no enriquece en demasía el recuerdo cinéfilo. Buena película construida desde lo pequeño pero que a la hora de volar alto escasea en fuerza por su falta de matices.
Humana, inmersiva y terapéutica, La virgen de Agosto no ofrece relevantes hallazgos cinematográficos pero deleita con una precisa captura de un espíritu generacional madrileño.