Con la BBC detrás y un reparto encabezado por Sean Bean y Stephen Graham, ¿qué podría salir mal?. La ambientación, el guión, la interpretación de ambos, los secundarios... Todo rezuma realismo. Graham se ha convertido en un seguro de calidad del proyecto en el que se embarca, pero creo que merece una mención destacada el papel de Bean por su enorme contención y fragilidad, muy alejado de otros roles que ha desempeñado principalmente a lo largo de su carrera. En definitiva, tres episodios de una estupenda miniserie que se devoran con total facilidad y atención.