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Voto de Samuel Cuenca:
9
2020
Rodrigo Sorogoyen (Creador), Isabel Peña (Creadora) ...
7,9
26.454
Serie de TV. Thriller. Drama. Acción
Miniserie de TV (2020). 6 episodios. Seis antidisturbios ejecutan un problemático desahucio en el centro de Madrid, pero el desalojo se complica y sucede una tragedia. Un equipo de Asuntos Internos de la Policía será el encargado de investigar los hechos, ante los cuales los seis policías podrían enfrentarse a una acusación de graves consecuencias. El grupo de agentes busca una salida por su cuenta, complicando aún más la situación. La ... [+]
18 de noviembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es cine. Esto es algo que me gustaría recalcar desde el principio porque veo en las otras críticas esta postura de que Antidisturbios es cine. Es una serie. No es cine porque sea una serie muy buena. Las series tienen la misma calidad y desde hace algunos años mucho más en relación calidad-cantidad que las películas que se estrenan. Sus estructuras son de serie, tiene un mundo que dura más que el minutado de cualquier película, y se mete en algunos temas (por otra parte de rabiosa actualidad) con una profundidad y un nivel de detalle que para el cine convencional sería impensable en España, al menos hasta el momento.
Esta serie, más allá de otros temas, es una que habla sobre la relación entre la violencia de los hombres de masculinidad convencional y su evidente fragilidad emocional. Y es un retrato perfecto. De hecho, es la mejor serie que he visto sobre este concepto, y no sé cómo no se está comentando en otras críticas. Es lo más evidente de la obra y siendo un retrato perfecto, creo que conviene destacarlo. Tienes una variedad de hombres amplísima, con varios tipos de violencia, por causas distintas y con personalidades radicalmente complejas y diferentes. Al final, solo así se consigue diseccionar un tipo de violencia íntimamente vinculada al hombre y lo que se espera de él. Esto contrasta con la protagonista, Laia, que realmente es protagonista por varios motivos. Uno de ellos es porque se pone el foco en ella al hilar el caso, siendo esta una obra bastante coral y que dedica mucho tiempo a cada personaje para mimarlo y cuidarlo. Está muy, muy bien construida como todos, cosa que vemos desde el arranque. Pero sobre todo se agradece que sea una mujer la protagonista y es vital a nivel de guion, porque contrasta de forma excelente con el tema de la serie y lo ensalza a su máximo esplendor. Laia coge el tema de la serie y lo levanta con sus brazos, mostrándolo al mundo y haciéndolo palpable: es una mujer en un mundo de hombres. En un mundo de violencia y poder. Y ella va a ser la única que podrá apaciguar los intereses de todos y tener la valentía de enfrentarse a él, no por orgullo, no por fragilidad ni roles, sino por justicia.
La serie está REPLETA de conflictos, es lo que más destaca. Es una serie gris, todos sus personajes son grises y hay una inmensa cantidad de relaciones y de conflictos de intereses, de personalidades y actitudes que hacen redondo cada minuto de la obra. Cada uno tiene lo suyo, y me encanta cómo funciona cada conflicto interno con el de su vida social y profesional. Es espectacular el trabajo de guion en este aspecto. Peña y Sorogoyen conocen a la perfección a sus personajes, hasta un punto fuera de lo normal.
Es una serie que ama a TODOS sus personajes. No los juzga, son reales, dolorosamente reales. Tampoco se posiciona: ha mostrado muchas de las caras que tiene la moneda de la UIP, Policía Nacional, PAH... y se atreve a cuestionar el asunto de los desahucios y su prevaricación. Los actores están soberbios, y dan en el clavo con algunos personajes de la sociedad, que están fielmente reflejados. No sabemos sus nombres reales, pero joder, sabemos que existen, vaya que si existen. Chapó también por el trabajo de caracterización. Desde luego ayuda a todo esto lo brillante de cada uno de los diálogos, están escritos con muchísimo cuidado en cada coma y con una naturalidad especial. He de destacar la presencia, el coraje y la obstinación de Vicky Luengo, el carisma y la credibilidad de Patrick Criado y la vulnerabilidad en el aparente liderazgo de Hovik Keuchkerian. Los demás hacen un papelón, como estamos acostumbrados.
La banda sonora no está muy presente, pero cuando lo está es altamente efectiva, con sintetizadores adecuados al momento interno de la serie, y contribuye a la tensión de cada escena. Porque cada escena rebosa tensión y los finales de cada capítulo son una maravilla.
Diría que donde se acierta menos es en la manera de cerrar la serie (quizá porque en la ambigüedad esperan firmar una segunda temporada). El momento de Laia sola en el piso es increíble, y más adelante. Pero a la hora de contar la resolución del conflicto, pienso que confían demasiado en el espectador, y pecan de ambigüedad. También, hilando muy muy fino, creo que hay tres momentos inconexos con la evolución de la serie, y que piden una resolución mayor: el momento de Laia y Alexander en la discoteca, el plano de Rubén Murillo escalando como último plano del capítulo cinco y el castigo (o la falta de él) en el arco de Raúl Bermejo. Quizá esto último sea más personal que otra cosa, pero desde luego espero que todos deseemos un final distinto para Bermejo y aún estemos esperándolo.
Lo que está claro es que esta serie es de las pocas que me ha dejado con la boca abierta, ha hecho que me incorpore emocionado y que me preocupe tanto por las personas que le dan vida. Es un viaje de crudeza, con unos momentos de acción y de tensión inmejorables y perfectamente dirigidos, y en definitiva es una serie de personajes, que cambian radicalmente durante cada capítulo, evolucionando drásticamente y con una verosimilitud brutal. Y todo ello sin descuidar la trama principal, que al fin y al cabo suele estar en este tipo de géneros para marear y despistar al espectador, entretenerlo.
La metáfora es perfecta y parece que la serie se haya creado desde ahí, haciéndose la pregunta de: si quiero hablar sobre la violencia del hombre, ¿desde quién lo narro? Y ha culminado en la representación de lo que hay detrás de cada uno de los personajes que deben usar su fuerza sí o sí. Sin duda, un trabajo coral y una labor de escritura impecables.
Esta serie, más allá de otros temas, es una que habla sobre la relación entre la violencia de los hombres de masculinidad convencional y su evidente fragilidad emocional. Y es un retrato perfecto. De hecho, es la mejor serie que he visto sobre este concepto, y no sé cómo no se está comentando en otras críticas. Es lo más evidente de la obra y siendo un retrato perfecto, creo que conviene destacarlo. Tienes una variedad de hombres amplísima, con varios tipos de violencia, por causas distintas y con personalidades radicalmente complejas y diferentes. Al final, solo así se consigue diseccionar un tipo de violencia íntimamente vinculada al hombre y lo que se espera de él. Esto contrasta con la protagonista, Laia, que realmente es protagonista por varios motivos. Uno de ellos es porque se pone el foco en ella al hilar el caso, siendo esta una obra bastante coral y que dedica mucho tiempo a cada personaje para mimarlo y cuidarlo. Está muy, muy bien construida como todos, cosa que vemos desde el arranque. Pero sobre todo se agradece que sea una mujer la protagonista y es vital a nivel de guion, porque contrasta de forma excelente con el tema de la serie y lo ensalza a su máximo esplendor. Laia coge el tema de la serie y lo levanta con sus brazos, mostrándolo al mundo y haciéndolo palpable: es una mujer en un mundo de hombres. En un mundo de violencia y poder. Y ella va a ser la única que podrá apaciguar los intereses de todos y tener la valentía de enfrentarse a él, no por orgullo, no por fragilidad ni roles, sino por justicia.
La serie está REPLETA de conflictos, es lo que más destaca. Es una serie gris, todos sus personajes son grises y hay una inmensa cantidad de relaciones y de conflictos de intereses, de personalidades y actitudes que hacen redondo cada minuto de la obra. Cada uno tiene lo suyo, y me encanta cómo funciona cada conflicto interno con el de su vida social y profesional. Es espectacular el trabajo de guion en este aspecto. Peña y Sorogoyen conocen a la perfección a sus personajes, hasta un punto fuera de lo normal.
Es una serie que ama a TODOS sus personajes. No los juzga, son reales, dolorosamente reales. Tampoco se posiciona: ha mostrado muchas de las caras que tiene la moneda de la UIP, Policía Nacional, PAH... y se atreve a cuestionar el asunto de los desahucios y su prevaricación. Los actores están soberbios, y dan en el clavo con algunos personajes de la sociedad, que están fielmente reflejados. No sabemos sus nombres reales, pero joder, sabemos que existen, vaya que si existen. Chapó también por el trabajo de caracterización. Desde luego ayuda a todo esto lo brillante de cada uno de los diálogos, están escritos con muchísimo cuidado en cada coma y con una naturalidad especial. He de destacar la presencia, el coraje y la obstinación de Vicky Luengo, el carisma y la credibilidad de Patrick Criado y la vulnerabilidad en el aparente liderazgo de Hovik Keuchkerian. Los demás hacen un papelón, como estamos acostumbrados.
La banda sonora no está muy presente, pero cuando lo está es altamente efectiva, con sintetizadores adecuados al momento interno de la serie, y contribuye a la tensión de cada escena. Porque cada escena rebosa tensión y los finales de cada capítulo son una maravilla.
Diría que donde se acierta menos es en la manera de cerrar la serie (quizá porque en la ambigüedad esperan firmar una segunda temporada). El momento de Laia sola en el piso es increíble, y más adelante. Pero a la hora de contar la resolución del conflicto, pienso que confían demasiado en el espectador, y pecan de ambigüedad. También, hilando muy muy fino, creo que hay tres momentos inconexos con la evolución de la serie, y que piden una resolución mayor: el momento de Laia y Alexander en la discoteca, el plano de Rubén Murillo escalando como último plano del capítulo cinco y el castigo (o la falta de él) en el arco de Raúl Bermejo. Quizá esto último sea más personal que otra cosa, pero desde luego espero que todos deseemos un final distinto para Bermejo y aún estemos esperándolo.
Lo que está claro es que esta serie es de las pocas que me ha dejado con la boca abierta, ha hecho que me incorpore emocionado y que me preocupe tanto por las personas que le dan vida. Es un viaje de crudeza, con unos momentos de acción y de tensión inmejorables y perfectamente dirigidos, y en definitiva es una serie de personajes, que cambian radicalmente durante cada capítulo, evolucionando drásticamente y con una verosimilitud brutal. Y todo ello sin descuidar la trama principal, que al fin y al cabo suele estar en este tipo de géneros para marear y despistar al espectador, entretenerlo.
La metáfora es perfecta y parece que la serie se haya creado desde ahí, haciéndose la pregunta de: si quiero hablar sobre la violencia del hombre, ¿desde quién lo narro? Y ha culminado en la representación de lo que hay detrás de cada uno de los personajes que deben usar su fuerza sí o sí. Sin duda, un trabajo coral y una labor de escritura impecables.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El arco de Laia empieza demostrando ser tozuda, tan justa que resulta irritante a las demás personas, y termina aceptando que por mucho que ella quiera, no puede cambiar las cosas radicalmente ella sola, de la noche a la mañana ni sin pasar por el aro. Tiene que descubrirlo poco a poco, encontrándose obstáculos, hasta que en una paliza empieza a comprender que las cosas no van a funcionar como ella querría por las buenas. Hay que pasar por el aro. Es un arco muy limpio, porque a través de pequeños cambios Laia va evolucionando, hasta darse cuenta del todo y acabar teniendo un trato con Revilla, un trato que al principio de la serie no habría tenido ni por asomo. Es un desarrollo de personaje que me recuerda mucho al de Akane en Psycho-Pass, luchando contra el sistema poco a poco, con cuentagotas, y dándose contra muros que la harán madurar hasta que consiga sus objetivos de maneras que no había previsto y que no son del todo de su agrado, en pos de un final mejor. Ambas son personajes sumamente cuidados y que les caracteriza su sentido de la justicia individual, su aprendizaje con el sistema a base de palos y su lucha incesante teniendo que hacer cosas que nunca habrían hecho.