Horror gótico, muy oscuro, con algo de cine negro.

Historia de venganza relativamente simple y superficial, basada en un cómic de James O'Barr, a su vez inspirado en hechos reales que lo hacen casi autobiográfico, así como en el poema homónimo de Edgar Allan Peo. El monólogo inicial se refiere a la antigua creencia de la tradición nórdica en un cuervo como guía de las almas al mundo de los muertos...

Diálogos y frases memorables por su macabro ingenio y su negro sentido del humor, su belleza literaria, inclusive con citas poéticas, algo inusual en una cinta de gran violencia, con muy buen ritmo de "acción trepidante", escenas y secuencias fascinantes por su necrofilia, su estética de culto a la oscuridad de la noche bajo la lluvia, gárgolas que vomitan sangre de asesinos… acaso comparable con el sello de Tim Burton, especialmente en las dos primeras entregas de Batman, pero mucho mejor.

Esta película es una de las que más me obsesionan y mejor conozco. Su director Alex Proyas es un genio poco valorado y no muy conocido (véase también Dark City o 'Ciudad en tinieblas').

Apoteósica balacera en dos etapas antes de una persecución que sigue influyendo en otras películas por el estilo, como Sin City.

Algunos instantes, afortunadamente breves, parecen videoclips.

Brandon Lee recibió un balazo que lo mató a la edad de 28 años durante el rodaje porque una de las pistolas estaba cargada con balas de verdad en lugar de fogueo, y su muerte sigue siendo una de las más oscuras y misteriosas en la historia del cine (al respecto ha corrido mucha tinta y una versión atribuye a Bruce Lee y su familia senda maldición china). Tras la muerte de Brandon, la cinta fue terminada con un doble y edición digital.