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España España · Ferrol
Voto de Sahar:
10
Drama Una aventura emocional en torno a una deslumbrante niña de once años, muy religiosa, que se enfrenta al mismo tiempo a dos acontecimientos que son completamente nuevos para ella: enamorarse y morir. 'Camino' es, sobre todo, una luz brillante capaz de atravesar todas y cada una de las tenebrosas puertas que se van cerrando ante ella, y que pretenden en vano sumir en la oscuridad su deseo de vivir, amar y sentirse definitivamente feliz. ... [+]
18 de octubre de 2008
44 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
Javier Fesser nos ofrece con “Camino” su mejor película hasta la fecha.
Su estrambótica imaginería visual no está tan presente como pensaba, y en ningún momento molesta, sino que mayormente se mantiene el tono realista. Tiene un fuerte componente de “cuento”, es cierto, pero ello reside más en la ingeniosa escritura que en las extravagancias visuales.
Como otras películas recientes (pienso por ejemplo en la joya francesa “Avril”), explora la dicotomía laicismo-religión, carnalidad-espiritualidad. Y al final el tema de la religión queda empequeñecido por el tema del nacimiento a la vida y al amor, al mismo tiempo que a la muerte (gran drama, sin duda, el de morir sin tener tiempo de vivir).

Nerea Camacho (Camino) hace una de las mejores interpretaciones infantiles que recuerdo; espero verla subir al altar de los Goya. Ella encarna la lucha, inconsciente e infantil, entre lo humano y lo divino, aspectos que en el delirio de su terrible enfermedad terminan confundiéndose, y confundiendo a quienes la rodean (predispuestos como están a dejarse confundir).
La vitalidad y pureza de esta niña son realmente cautivadoras, emotivas. No deja de verse como merecida su elevación a la santidad, por mucho que sea equivocada por parte de los gerifaltes del Opus Dei, que jamás llegan a atisbar el verdadero interior de la niña.

Carmen Elías hace un papelón como su madre: no creo que sea tan mala como puede parecer; sólo se agarra a lo que le ofrece un control, un alivio, una satisfacción. Es una madre castrante, pero en ningún momento tiene mala voluntad aunque cause daño.
Mariano Venancio (el “Súper” de Mortadelo) también tiene un gran personaje como el padre: qué ganas de dan de decirle “pero, tío; reacciona, que te están robando tu voluntad, tu identidad, tus afectos…”. Pero es que realmente hay personas así, abocadas a la anulación por no ser capaces de rebelarse.
Destaca también la hermana encarnada por Manuela Vellés (“Caótica Ana”), quizá la mayor víctima, porque no tiene el menor control sobre su vida (dirigida y vigilada por otros), ni tampoco tiene liberación o compensación alguna (como sí tiene Camino con su capacidad ensoñadora en vida, y su santificación tras la muerte).

“Nadie se turbe, nadie se espante” (Santa Teresa, ayúdame a aplacar las probables iras de los opusianos): no creo que “Camino” pretenda ridiculizar ni banalizar una canonización, sino tal vez potenciarla, darle sustancia y empaque, abarrotarla de verdadero milagro, pues ¿qué mayor milagro hay que el amor puro e inocente neutralizando a la muerte?
“Camino” es un via crucis tan duro como hermoso y naïf, cine español del bueno que se convertirá en un clásico y que permanecerá incólume cual reliquia incorrupta, igual que el cuerpo de Santa Bernadette.
Sahar
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