Un drama sobre el silencio, el desencuentro y la falta de comunicación. Contenida, Almodóvar intenta expresar en imágenes la habitual costumbre de guardarse el dolor, la rabia y la desesperación. La incomunicación como acción que desencadena una reacción, desmesurada o no, en nuestras vidas, y que nos marca y autodestruye en desmedida. La película más atípica del director, en ella sólo distinguimos su mano en ciertas licencias coloristas en la escenografía, sin que su larga mano irónica y esperpéntica nos engulla; al contrario, la corrección en la trama está relacionada con un guión clásico, cerrado y austero, sin alardes, pero llevado a cabo visualmente de forma grácil, colorista y contenida. Los planos cortos, sin grandes panorámicas ni trávelings, nos lleva a la interiorización, al detalle de la protagonista, que se cierra en su dolor, esa correlación sólo es destapada en la apertura final del espacio y de la trama. Musicalmente tentadora y tensitiva, enfoca y amplía con la banda sonora el dolor, lo mantiene en una nota sostenida en el tiempo, al igual que las interpretaciones de sus protagonistas. Bella y clara Emma Suárez, concisa Adriana Ugarte y necesarios y espléndidos el reparto en general.