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España España · Granada
Voto de Kikivall:
8
Drama El Padre James Lavelle (Brendan Gleeson) se esfuerza por conseguir un mundo mejor. Le preocupa ver la cantidad de litigios que enfrentan a sus feligreses y a la gente de su parroquia, y le entristece que sean tan rencorosos. Un día, mientras está confesando, recibe una amenaza de muerte de un feligrés anónimo. (FILMAFFINITY)
24 de marzo de 2017
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Película con unas insondables cargas de profundidad que excede el pequeño territorio del pueblo irlandés donde se desarrolla, para extenderse a un orbital universal y global, donde habita el cinismo puro, la insania, la acrimonia extrema, la maldad, la perversión y la depravación.

Particularmente hay que felicitar al director y guionista de esta auténtica obra mayor de la cinematografía, John Michael McDonagh –hermano del dramaturgo y también cineasta Martin–, que sabe hacer alarde y magisterio, tanto como realizador directo al grano, como escribiendo un libreto dinámico, tenso e irrespirable, o sea angustioso, en una atmósfera que habría dado para la alegría o el fervor religioso, pero que contrariamente deviene anticlerical, agnóstica, descreída e irreverente. Tiene una curiosa pero hermosa música de Patrick Cassidy, y una excelente y brillante fotografía de Larry Smith que hace largos planos de los paisajes irlandeses y sus silvestres playas, e igual primerísimos y expresivos planos de sus intérpretes, buscando el análisis moral y psicológico de los mismos.

En el reparto brilla con luz propia sosteniendo sobre sus enormes espaldas la figura del personaje principal, el sacerdote James Lavelle, encarnado por un Brendan Gleeson que protagoniza el papel de cura de calle con su sotana; un papel para un auténtico maestro de la interpretación, una actuación tan contenida como libre y suelta, creíble e impactante. Pero es que además, le acompañan fenomenales actores y actrices que hacen un coro de excepción interpretativa.

El pueblo irlandés en el que se desarrolla esta dura y emocionante historia está entornado por parajes hermosos, playas agrestes y verdes praderas. Pero la belleza del paisaje dista mucho de los malignos vecinos que, cada cual en su modalidad, hacen gala de todo tipo de perfiles perversos y antisociales. En esta película la cámara, salvo contadas ocasiones, se desentiende del precioso paisaje para centrarse de manera pertinaz en tomar los primerísimos planos de los rostros de los lugareños, como queriendo indagar en cada uno sus maldades y patologías, pues todo el mundo en ese pueblo está encabronado o jodido por unas u otras razones, e incluso sin razones. No hay alegría ni humor sano, todo es acritud, sarcasmo sádico, chismorreo fatal, donde sus habitantes apenas logran sobrevivir a sus propios demonios o a los dramas presentes en sus vidas sin que puedan encontrar una salida airosa a ellos.

En esta tesitura, uno de los enemigos declarados del pueblo es el fuerte y robusto sacerdote James Lavelle que con su enorme y poderosa presencia, vestido de sotana y con una también enorme humanidad, soporta la desolación y los despropósitos de sus pecadores feligreses que son adúlteros, malvados, drogadictos y deslenguados. Pero el cura es, además de creyente, inteligente e íntegro y con una fe de la buena; y sabe escuchar a unos y a otros sin desmayo.

La película se centra en una premonitoria semana en la que el sacerdote se irá comunicando con una docena de personas que o bien ocultan algo o necesitan su ayuda. Un cura inocente que arrastra la sotana culpable de toda la institución que representa a modo de chivo expiatorio.

Quien vea esta película ha de estar muy atento a los diálogos sin desperdicio que se prodigan en el film. La película y sus dolientes, desasosegantes y a la vez creíbles personajes producen una constante zozobra en el espectador, y hace que te involucres en esta tragedia que se gesta día a día de la semana en la vida de James.

Una obra que sabe hacer una extraña mezcla de thriller estilizado de humor sombrío, comedia malévola y sobre todo drama interior, acompañado de los incautos debates a cara de perro del padre James Lavelle y sus feligreses. El film convierte temas como la angustia, el suicidio, el mal trato de género, el crimen o la mala conciencia de un rico banquero corrupto en un asunto cotidiano, no en el epicentro de un drama. Y eso no es común.
Kikivall
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