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España España · MADRID
Voto de VALDEMAR:
10
Comedia La obra maestra de Harold Lloyd. La escena del genial cómico escalando un edificio supone uno de los momentos más grandes del cine mudo, y su clímax -Harold colgado de las manillas del reloj- sigue siendo una de las escenas estelares de la historia del séptimo arte. (FILMAFFINITY)
8 de febrero de 2010
25 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es la historia de un joven que tiene intenciones de casarse con su novia de toda la vida y ser un hombre de provecho, para lo cual abandona su pueblo y se muda a la ciudad, donde, presumiblemente, encontrará un empleo digno, bien remunerado y con posibilidades de ascenso. Pero, en realidad, su empleo no es gran cosa, no le da para los gastos más básicos y tiene poca proyección. Pero él, chico listo, encuentra la manera de medrar…

En todas las empresas del mundo, antiguamente y en nuestros días, a alguien que es capaz de hacer cualquier cosa por llamar la atención de sus superiores y medrar en la empresa, le llamamos trepa. Y eso es lo que hace Harold… trepa. La peli es de rabiosa actualidad. No sólo por la alegoría al mundo laboral…. También tiene cosas, como esas mujeres en las rebajas, igualitas a las que hoy en día se dan de leches por unas bragas en el corte inglés.

Harold Lloyd es el mago del suspense. Ya sé que ese apelativo es de Hitchcock, pero no recuerdo ninguna peli de Alfredo en la que me haya comido las uñas como cada vez que veo El hombre mosca.
Y es tontería por mi parte, la verdad, porque Harold Lloyd murió unos pocos años antes de que yo viniese al mundo, así que, el hecho de que se estampe o no contra el suelo debería importarme un carajo, pero no, cada vez que veo esta peli sufro por su integridad física, a la par que disfruto del espectáculo. Y si a mi me produce este efecto, a las gentes de la época les debió de dejar infartados.

Esta es una extraña mezcla entre suspense y comedia. Una temeridad por parte de Lloyd que se jugó el tipo, sin trampa ni cartón, y el tipo lo conservó, pero perdió dos dedos de una mano. Aunque no todo el mérito del espectáculo es suyo. En los planos largos Lloyd fue doblado por su compañero de reparto, que tenía gran experiencia en eso de trepar paredes, ya que era popularmente conocido como “el hombre araña”.

Pero, a parte de la famosa escalada, la película está llena de divertidas situaciones, contadas con un magnífico ritmo y amenizadas por la maravillosa partitura de Carl Davis.

Posiblemente, una de las películas más divertidas de la historia. Que nadie se la pierda.
VALDEMAR
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