Esta película puede desdoblarse en dos, en el sentido que ahora precisaré. La primera parte que podría situarse alrededor de unos 40 minutos iniciales, exhibe una gran filmación. La transmisión del miedo es palpable, puesto que el observador presiente, y no adelanto nada porque la propia reseña de arriba lo relata -y así mismo desde los prolegómenos se advierte-, que el serbio encarnado por Travolta que se acerca al oficial americano (De Niro), con una actitud falazmente amistosa entablando una camaradería totalmente fiable, lleva en su ánimo la intención irrevocable de destruirlo. El problema se suscita, fílmicamente hablando, cuando se asiste a un desaforado despliegue de violencia que insume casi la totalidad del resto del metraje. En ese sentido, guionísticamente considerado, el film no aporta mucho y pienso que si todas las películas fueran semejantes, hacer la trama de una película resultaría bastante fácil. Hay aquí un sadismo desbordante que termina aburriendo y por momentos me resultó inevitable mirar hacia otro lado. Al final, se recupera un poco pero no hay dudas de que se explotó el tema hasta el hartazgo revelando falta de imaginación. Así y todo, dada esa primera fracción y con apoyo en las notorias actuaciones mencionadas, la película es rescatable y se la puede valorar con algo más de 6.