Hay momentos y situaciones que trascienden los límites de la comprensión humana y rayan en el más absoluto, estúpido e inexplicable surrealismo.

En la gala de los Oscar 1971 se vivió uno de esos momentos, cuando este bodrio se alzó con el premio al mejor cortometraje de animación. Podría ser la elección más vergonzosa en los más de ochenta años de historia de estos premios.

No es porque dure dos miserables minutos. Hay verdaderas maravillas animadas, fruto de mentes creativas que saben trabajar con el margen que se les da, que te pueden dejar con la boca abierta durante su metraje y convertirse en experiencias tan breves como intensas. "The crunch bird" no. Es un puto chiste de dos frases alargado con un poco de paja y de "historia". Un chiste malísimo, infantil, idiota, repetido una y otra vez antes y después de este corto.

La animación es horrenda, casi deprimente. Colores apagados, falta de movimiento y nula calidad visual. Joder, que estamos en los años 70, no en la prehistoria de la animación. Que hay dibujos de los años veinte o treinta que tienen mil veces más movilidad y más vida que esta cosa.
Para colmo, me ponen unas voces terribles y forzadísimas. La de la mujer es para plantarse en el estudio de donde salió la cosa esta con una denuncia por contaminación acústica. Joder, qué insufrible.

Y no es que se llevara el premio por falta de competencia de los demás. He visto uno de los cortos que competían con éste, "Evolution" de Michael Mills. Es una maravilla. Más allá de su calidad técnica, que tampoco es para tirar cohetes, es una obra original, divertidísima, didáctica y con un encanto impresionante. Incluso el uso de colores y de fondos es muchísimo más acertado que el de "The crunch bird".