Como suele suceder en las películas en las que figura, es José Coronado lo mejor en NO HABRÁ PAZ PARA LOS MALVADOS. Y eso que las risas del principio, en el bar de los finados, suenan a Torrente. Lo peor, en el otro lado, es el hieratismo de la juez Miss Cara de Palo, inspirada, supongo, en el ´Pamplinas` de Buster Keaton.
Se agradece el mucho silencio en parte de la obra, roto sólo por el tráfico de Madrid y el chirriar de los vencejos. De ese modo, puede uno sentir más la angustia del protagonista o las tribulaciones en Tribulete.
Le compro la premisa a Urbizu de la que todo surge, y el desarrollo de la trama. Y le compro, incluso, a casi todo el elenco. A toda esa fauna de secundarios poco duchos que, por regla general, dejan a su paso, repitiendo sus frases, una especie de chirrido molesto. Mucho más molesto que el de los vencejos, claro.