Interesante thriller de acción de la mano de Spike Lee, que se sale un poco de la línea de sus anteriores trabajos por el marcado carácter comercial de esta producción. A pesar de ello, Lee sigue siendo fiel a sus principios y toca de nuevo asuntos raciales, como el miedo que hay en Nueva York desde el 11-S a todo lo árabe. Lo mejor de la película, sin duda, es el excelente elenco de actores: Denzel Washington y Clive Owen llevan el peso de la película, interpretando convincentemente a un policía que está pasando por un mal momento profesional y un atracador que lo tiene todo calculado hasta el mínimo detalle, respectivamente; después está Jodie Foster que es la tercera en discordia, representando sutilmente los intereses de un enigmático personaje, Christopher Plummer, que se ha visto involucrado indirectamente en el atraco. Por último tenemos a Willem Dafoe, jefe del equipo de asalto, que creará más de un dolor de cabeza a Washington por un asunto de competencias. El film tiene un gran problema y es su falta de ritmo, lo que le hace perder algo de calidad al tratarse de un thriller de acción; lo que pasa es que al final uno comprende que la acción quede supeditada a otros asuntos más profundos. Así pues nos queda una película de policías y ladrones muy bien montada, con un par de giros argumentales imprevistos y un final diferente, que si bien no causa el estupor deseado, al menos deja una buena sensación.