Ben Kingsley se ha unido al grupo de Robert de Niro, es decir, grandes actores participando en grandes bodrios. Teniendo en cuenta que Kingsley ha demostrado sobradamente sus dotes de gran actor en films como "Gandhi" o "La lista de Schindler", se puede permitir el lujo de hacer el payaso en peliculitas de serie B limitándose a cobrar el cheque. Sin embargo, dos actores con buena presencia en pantalla como Burns y McCormack, todavía jóvenes y con bastante más talento interpretativo que los inexpresivos de moda (Bloom, Christensen, Wahlberg...) no pueden permitirse el lujo de Kingsley, pues en Hollywood, por menos, se han terminado muchas carreras artísticas. Dicho esto, Peter Hyams ha tratado de realizar un thriller de acción englobado en el género de la ciencia ficción gastando el menor dinero posible en medios... Imposible. Un thriller no puede funcionar sin un buen guión y una película de acción debe tener unos efectos creíbles. Y no digamos ya contar una historia de ciencia ficción con unos efectos especiales paupérrimos, de forma que en todo momento tanto los decorados como los dinosaurios dan sensación de irrealidad y un guión tan terrible y manido que no sería descabellado pensar que los tres autores del mismo han tenido menos dedicación en su composición que yo al escribir estas líneas. ¿Algo salvable? Las interpretaciones de Burns y McCormack y cierta originalidad al narrar los cambios producidos a través del tiempo mediante ondas temporales. Pero quien quiera ver una buena película futurista con saltos temporales, acción y una buena historia, que se alquile Terminator 2 y olvide esta absurda pantomima.