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España España · Málaga
Voto de Kaori:
7
Aventuras. Acción. Drama Espartaco era un esclavo tracio que fue vendido como gladiador a Léntulo Batiato. En Italia promovió y dirigió la rebelión de los esclavos (73-71 a.C.) contra la República romana. A medida que recorrían el país, innumerables esclavos se iban sumando a la rebelión. Espartaco intentará llegar con su ejército al sur de Italia para poner rumbo a sus hogares. (FILMAFFINITY)
18 de mayo de 2014
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siento la extensión de la frase para un título, pero no me digáis que no es hermosa. El «Espartaco» de Kubrick también tiene, y destaca en ellos, sus momentos tiernos y románticos. Todas las escenas de Espartaco y Varinia son para recordarlas, y lo más asombroso es que no necesitan ni hablarse.

Empiezo por el reparto, porque es de una calidad que me emociona por sí mismo, no puedo evitarlo. Peter Ustinov, Laurence Olivier y Charles Laughton, así para empezar; especialmente los dos primeros me enloquecen, es un gusto personal. Esa escena que comparten en la tienda de Craso es tremenda: los ojos en blanco de Olivier, la expresividad de Ustinov, ese aire, esa forma de moverse. Demasiado para mi. Completan el elenco Jean Simmons, otra británica a la que habitualmente sólo encuentro correcta, un Kirk Douglas que, pese a su buena interpretación, no he visto espectacular, y un galante Tony Curtis. Apasionado Douglas y bello Curtis, una pareja de hombres que tiene, y esto hay que resaltarlo también, una enorme química en pantalla. Su último encuentro, frente a frente para ganarse el derecho a morir, es de una épica y una grandeza inolvidables.

En realidad, «Espartaco» contiene varios escenones de una categoría cinematográfica indiscutible, lo que no impide que incluya en sus casi tres horas y media desniveles de ritmo y tramas inopinadas que hacen flaquear el conjunto. El personaje de Craso es muy coherente durante toda la historia, pero incurre al final en un enamoramiento incomprensible que alarga la trama y queda postizo; la recreación de las batallas es demasiado aparatosa y algunas situaciones se resuelven de un modo extraño (la huida de Antonino, por ejemplo). La Historia ha vuelto a sacrificarse a favor del Arte y la aventura, cosa que ni alabo ni critico, es una opción aceptable si el resultado y las intenciones son buenas, como es el caso. Son otros los que, cuando les interesa, se ponen de lo más quisquillosos y eruditos. A Kubrick nadie le rechista nada. Bueno, esta vez no me quejo.

Eso sí, me hubiera encantado ver qué hubiese sido de «Espartaco» en manos de Anthony Mann. Ojalá exista esa cinta no conclusa en algún mundo paralelo. En este, se habla de caracoles tras un velo corrido, los sueños no se cumplen pero los héroes permanecen, el amor tiene el poder de empezar una guerra y todos somos Espartaco.
Kaori
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