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España España · Málaga
Voto de Kaori:
5
Western. Drama En Arizona, en el Fuerte Linton, se celebra un consejo de guerra para juzgar a un sargento negro acusado de la violación y el asesinato de una joven blanca. El sargento Rutledge, ha sido siempre un militar valiente y ejemplar, un modelo para todos sus soldados, pero ahora el ejército le cree culpable. (FILMAFFINITY)
9 de diciembre de 2012
7 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pero que hipocresía. Que falsedad más grande la de «El sargento negro». Sorprendida me quedo ante la alabanza unánime al antirracismo de Ford, repetido hasta el cansancio. La verdad es que no sé si en su vida privada era racista o no lo era, y ni siquiera importa, pero por sus hechos los conoceréis, y a John Ford ya lo tengo calado.

Porque hay que estar muy ciego, ser muy apasionado de su obra o, evidentemente, muy hipócrita, para tragarse el antirracismo de manual y complaciente de «El sargento negro». Se ve que el buen hombre tenía una visión un tanto extraña, ya que nos planta aquí una defensa de la raza negra y sus derechos mientras, al mismo tiempo, se extermina a los indios norteamericanos, quienes todavía no debían de ser dignos, ni de estar en un ejército ni de que se les respete como los seres humanos que son. Según Ford, ellos no merecen ninguna reparación por las persecuciones, humillaciones, saqueos e injusticias que han padecido, quizá porque piensa que se les ha tratado muy bien a lo largo de la Historia. Según Ford, en ese «algún día» tan paradisíaco, los negros y los blancos sí vivirán unidos y en igualdad, pero no los indios. No, los indios no.

Además, ¿por qué el apuesto sargento no queda finalmente con la chica? ¿Por qué no, si es fuerte, valiente, buena persona, con el mismo valor que un hombre blanco? Increíblemente, no hay ni un mal pensamiento, ni una sóla mirada, ni un débil acercamiento entre la señorita y Rutledge, ni siquiera cuando se quita la camiseta y enseña la escandalosa musculatura ante sus ojos femeninos, que miran sin inmutarse su magnífica figura. No, no, eso sería impensable, eso ya sería demasiado. Antirracista, lo justo, ¿no?

Sobre la trama en sí, el juicio es penosísimo, hay que admitirlo. Los testigos van contando su pedazo de historia en función del guión, pero no para esclarecer el crimen y encontrar al culpable. Así, se llega hasta el absurdo de que al propio acusado no se le interrogue sobre la noche y el momento del crimen, sino que el fiscal, luciéndose durante todo el juicio, le pregunta sobre su enfrentamiento con los indios a los que persiguen, como si eso de verdad aportara algo. Vamos, hombre.

Con todo, hay que decir también que la película entretiene en su mayor parte, ya que quizá ellos no, pero nosotros sí queremos saber quién mató a la chica, lo cual siempre da juego; y que Woody Strode está estupendo. Preciosa, por cierto, la canción del «Captain Buffalo» cantada bajo la luna. Con eso me quedo.
Kaori
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