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Voto de Martin Scorsese:
8
Thriller. Intriga. Drama Manuel (Antonio de la Torre), un influyente vicesecretario autonómico que lo tiene todo a favor para dar el salto a la política nacional, observa cómo su perfecta vida se desmorona a partir de unas filtraciones que le implican en una trama de corrupción junto a Paco, uno de sus mejores amigos. Mientras los medios de comunicación empiezan a hacerse eco de las dimensiones del escándalo, el partido cierra filas y únicamente Paco sale ... [+]
30 de octubre de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Manuel, interpretado por Antonio de la Torre, es el retrato de un político cualquiera, al que la vida le sonríe: un buen puesto en su partido, con amigos influyentes y una vida familiar acomodada con su mujer y su hija, hasta que una serie de filtraciones le salpican directamente, a él y a un compañero de partido, como culpables de una trama de corrupción.
A partir de este momento todos sus compañeros cargan contra él, utilizándolo como cabeza de turco ante los medios audiovisuales, y de esta forma lavarse las manos. Los que parecían sus amigos ya no lo son tanto, no quieren verse relacionados con el escándalo, y Manuel es apartado del partido.
Hasta aquí, la trama puede resultarnos familiar, es el pan de cada día en las noticias actuales, pero, lejos de resignarse, Manuel se resiste a callarse y cargar él con toda la culpa. Hará todo lo posible por inculpar a sus ex compañeros de partido, sin otro afán que el de destapar una trama organizada de corrupción que, como se suele decirse, no está formada por manzanas podridas, sino por una maquinaria perfectamente engrasada, con una escala piramidal, de la que todo el partido estaba al tanto, y se llevaba su pellizco al bolsillo.
El filme, que destaca sobre todo en su aspecto visual, pretende hacer reflexionar al espectador, más que sobre quienes nos gobiernan, sobre cómo es la mentalidad humana: la avaricia, la ambición y el egoísmo parecen ser los motores que mueven a los personajes de la película.
Si estuvieses en el lugar de estos políticos, ¿Harías lo mismo?, ¿Alzarías la voz contra todo un organismo, a riesgo de quedarte sin carrera profesional? O, ¿quizás harías la vista gorda y pondrías la mano como el resto? Son preguntas morales, que el protagonista ni se plantea a lo largo de su vida, quizás, la mayor reflexión de la película es: Al estar metido en esa rueda, un acontecimiento te lleva a otro, no te paras a pensar y haces de lo inmoral, e incluso lo ilegal, lo cotidiano.
El director, Rodrigo Sorogoyen, es una de las perlas del cine español, demuestra que tiene potencial para hacer lo que quiera. Ya en su anterior película, “Que Dios nos perdone “, nos da muestras de su sello de identidad, pero en “El Reino” lo acentúa más si cabe.
Desde la primera escena, con ese plano secuencia siguiendo al protagonista desde su espalda, emulando los grandes planos secuencia de Martin Scorsese (me recuerda mucho al plano secuencia de Ray Liotta en “Uno de los nuestros”, entrando en el Copacabana), e incluso a los inicios de Paul Thomas Anderson, Sorogoyen da muestras de su eléctrica forma de rodar.
Utiliza continuamente el recurso del plano secuencia con la steady-cam, como un utensilio para sumergir al espectador en el sórdido ambiente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Martin Scorsese
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