Esta película me sorprendió gratamente porque me esperaba otro producto de la típica comedia española que se basa en actores conocidos y en escenas surrealistas. Este film en cambio esta impregnado de un carácter cómico que lo hace distinta, que lo hace bastante real sin entrar en el surrealismo.

Javier Cámara hace un papelón, digno de un Goya, se encarna perfectamente en el personaje de chef homosexual, y sus momentos personales de histeria son geniales, de lo mejor de la película. Fernando Tejero no se le queda atrás me recordó por momentos a aquel portero de la serie "Aqui no hay quien viva" que me hacia reir con sus ocurrentes intervenciones.

El hilo conductor del film es doble: por un lado como los restaurantes enloquecen por tener una estrella michelín y asi ser reconocidos, y por otro el tema personal del protagonista, que son los hijos que abandonó y que nunca quiso.

La escena final de padre e hijo abrazándose y de repente entra la abuela es genial. En definitiva, se trata de una comedia recomendable a todo tipo de públicos para pasar un rato agradable.