¡Nuevo siglo, nuevas formas!
Dejando atrás el siglo anterior, ¡parece que ya podamos dejar atrás mitos como los del hombre lobo! aquí, ni hay transformaciones cada luna llena, ni hay ajos (ai, mierda...que eso era cosa de vampiros), ni siquiera hay balas de plata, ¡por no haber! (mejor unas hierbas, coño, que alivian el dolor)..

Está claro que el presupuesto para mucho no daba, así que el Fawcett aprovecha, retoca ligeramente el mito del licántropo y... ¡voila! problema solucionado, y no le queda nada mal la cosa, todo es mínimamente resultón y nada es demasiado inverosímil, lo malo es que los personajes... pues le quedan un poco chungos, con unos cambios de carácter que no pueden ser buenos para la salud, y con esas inquietantes trifulcas que no llevan a nada y solo despistan.

Como mínimo, el tío aprovechando lo que tiene, le echa un par e intenta romper con algún que otro topicón de las pelis de terror teen, así que nos presenta a unas protas gótico-chungas que en lo único que piensan es en huir o suicidarse, aunque por desgracia sí estén rodeadas de las típicas niñatas pijas, los tíos que sólo piensan en follar y el personajillo que les prestará ayuda sin saber porqué.

Así que, ¡ya saben! hoy en día todo es válido en el defenestrado género del terror, y aunque la cosa no termine de funcionar, pues por lo menos se agradece no ver tías disfrazadas de capitán américa combatiendo con zombies y bullet time de por medio, o niños jugando partidos de fútbol con una cabeza humana.