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Voto de adriancasantos:
6
Comedia. Drama Provincia de Buenos Aires, fines del 2001. Un grupo de amigos y vecinos pierde el dinero que había logrado reunir para reflotar una vieja cooperativa agrícola. Al poco tiempo, descubren que sus ahorros se perdieron por una estafa realizada por un inescrupuloso abogado y un gerente de banco que contaban con información de lo que se iba a desencadenar en el país. Al enterarse de lo sucedido, este grupo de vecinos decide organizarse y ... [+]
12 de diciembre de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el Cono Sur, área más austral del continente americano, se conoce como gil a una persona tonta, inocente, que da muestras de ingenuidad o falta de viveza. En estos términos se refieren en la película al grupo protagonista. Los Giles, que parece tanto un calificativo como un apellido, son una familia de amigos y vecinos unidos en una desgracia común, a ellos y a todo un país. A las puertas de la crisis argentina de principios de milenio, deciden recomprar y poner en marcha una cooperativa agrícola en el pueblo. Tras desembolsar su parte y reunirla en el banco, un abogado sin escrúpulos se queda con todo el dinero aprovechando el inminente corralito que sabía que se formaría. A partir de esta premisa, Borensztein apela a la indignación y a la mala leche de los protagonistas, de Argentina en su conjunto y de los espectadores por extensión, para formar una entretenida pero imperfecta película sobre venganza y justicia poética.

Digo Borensztein, pero seguramente en la autoría del guion tenga más peso creativo Eduardo Sacheri, coguionista y escritor de la novela en la que se basa la obra. Textos de Sacheri habían sido llevados ya a la gran pantalla en tres ocasiones, una en la discreta Papeles en el viento y las otras dos adaptando la misma obra: La pregunta de sus ojos, en dos películas tajantemente distintas: la maravillosa El secreto de sus ojos, de Juan José Campanella, y su desastroso remake yankee: El secreto de una obsesión.

Sebastián Borensztein, por su parte, ya había demostrado madurez y oficio en películas como Un cuento chino y Kóblic que, sin ser grandes obras, si presagian un director con talento en la dirección de actores y solvencia narrativa, sobre todo en lo que se refiere al retrato psicológico de sus protagonistas. Aunque estos, eso sí, siempre son Ricardo Darín, y Darín es capaz de darle matiz y mirada hasta a un dibujo animado.

Con estos precedentes, no era demasiado ambicioso pensar que Borenzstein tenía en la mano la posibilidad de hacer cima en su carrera artística. Y quizás lo haya conseguido, pero no ampliamente ni de manera totalmente satisfactoria. La odisea de los giles arranca realmente bien. Tiene una presentación de personajes formidable, desde Darín y su mujer (estupenda Verónica Llinás) hasta cada uno de los vecinos y amigos de la comunidad, a quienes mira con absoluta confianza y ternura. Consigue también un tono de negrura cómica que impregna todo de manera muy inteligente a través de los diálogos y de ciertos recursos de dirección. Sin embargo, aunque la fórmula funciona como un reloj en el primer tercio de la película, no consigue mantenerse a flote en el ulterior desarrollo de los acontecimientos y, en concreto, desde que entra en escena Chino Darín, hijo, también en la ficción, del protagonista. Su llegada supone el estancamiento de la trama en un juego de ladrones que, si bien puede resultar estimulante al inicio, acaba difuminando el retrato de personajes tan bonito que se había creado. Esto no solo es consecuencia de la trama confusamente innecesaria de Chino Darín, si no también, y en mayor medida, del diseño de personaje del villano, ese cruel abogado dibujado a brochazos y convertido prácticamente en una caricatura. Y quizás sea una caricatura, pero no encaja ni es digno rival de la familia de los Giles.

Con todo, La odisea de los giles es una película estimable por su inteligencia, por sus carismáticos personajes y por su ritmo endiablado. Es entretenida y se pasa en un suspiro. Además, sabe mantener ese complicado punto de cocción entre tragedia y comedia que define el género y que muchas obras homólogas no saben equilibrar. No es una obra cumbre y seguro que Borensztein no ha tocado techo con ella, pero bien vale la pena darle una oportunidad.
adriancasantos
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