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Voto de Anibal Ricci:
7
5,8
35
Drama
Cuenta la historia de una joven muchacha que descubre su propósito en la vida e identidad propia mientras se debate entre importantes cuestiones relacionadas con el amor y el sentido de pertenencia en un pueblo neomoderno de la India. (FILMAFFINITY)
31 de marzo de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El vocablo «Pagglait», de uso algo ofensivo en India, se traduce del hindi como «volverse loco». Algo de locura hay en esta ópera prima del director, al establecer ciertas transiciones no muy comunes que ocurren en una pequeña ciudad a orillas del río Ganges.
En primer lugar, la transformación de una sociedad donde no se permiten besos en público y donde en general la mujer no trabaja y realiza labores domésticas. Básicamente, un patriarcado muy asentado.
En segundo lugar, algún grado de occidentalización en las costumbres de los más jóvenes.
En tercer lugar, utilizar el tono de comedia para ridiculizar algunas de las tradiciones indias.
En el cine de la India, una película referente es El mundo de Apu (1959) de Satyajit Ray. Tercera parte de la trilogía de Apu, de niño enfrentaba los trances del ciclo de vida en una aldea y conocía el significado de la muerte. En las otras dos partes, ya adulto, Apu se traslada a una ciudad a orillas del sagrado Ganges. La evolución de las tres partes, filmada en blanco y negro, era muy dramática y el tema recurrente sería el tratamiento del libre albedrío en oposición a la religión imperante.
Pagglait (2021) recoge esa tradición y esta vez no se enfoca en el marido que pierde a su mujer, sino al revés, una joven mujer ha enviudado a pocos meses de haberse casado. El significado de la muerte todavía se oculta tras las tradiciones, pero el libre albedrío tendrá que ver con asumir la modernidad.
Sandhya yace deprimida en su cuarto por la pérdida del esposo, mientras las familias de ambos cónyuges se han reunido en su casa a ofrendar al difunto durante trece días, momento en que el alma de Astik se separará del cuerpo y descansará en paz. Le ponen comida y agua en una vasija de barro y le encienden velas. Durante ese período los parientes deben dormir en el suelo, comer poco, no fumar como tampoco beber licores.
En el cine indio es usual incorporar canciones y bailes. En Pagglait no hay bailes, pero las canciones populares tienen gran protagonismo. No es el clásico segmento musical, sino que las letras nos cuentan de la voz interior de Sandhya, los instantes en que saca a flote sus emociones.
Hay muchas tomas cenitales de las azoteas y la cámara seguirá a Sandhya mientras medita sobre la nueva situación. «La vida estaba enojada conmigo», le susurra la canción.
Las primeras letras serán melancólicas, pero según va transcurriendo la cinta, se volverán más alegres conforme Sandhya va aprendiendo a conocerse.
La película está filmada en colores y renuncia, la mayor parte del tiempo, a los planos fijos de la trilogía de Ray. Donde este último se inclinaba al drama griego, en cambio, Umesh Bist utiliza el tono de comedia para dar cuenta de la galería de personajes que conforman la familia.
El humor recorre el despliegue de tradiciones mortuorias. Los parientes mantienen la compostura en público, pero durante la noche se encuentran bebiendo y fumando en las azoteas. Los comerciantes les explicarán las tradiciones a los deudos, que curiosamente requieren que las cenizas sean arrojadas en medio del Ganges, lejos de la orilla, para lo cual deberán arrendar sus botes. «Deben ir lejos, porque el alma debe viajar lejos», es la explicación que oculta mucho del negocio tras la religión.
En ningún caso se trata de una comedia convencional, el director también dará cuenta de las tradiciones que envuelven a la muerte de una persona, rescatando la manera de filmar de Satyajit Ray.
Ya arrojadas las cenizas, el hermano de Astik anuncia que los pecados le han sido perdonados.
«Abuela, estos trece días cambiaron mi vida», le confiesa Sandhya. El director rescata esa parte de la tradición, con la abuela sonriendo al centro de la habitación, el director recupera los planos fijos de Satyajit Ray, la abuela es una figura central dentro de la cultura india.
El resto de los familiares están muy bien interpretados, secundarios numerosos que insuflan humor y dramatismo a la cinta.
En primer lugar, la transformación de una sociedad donde no se permiten besos en público y donde en general la mujer no trabaja y realiza labores domésticas. Básicamente, un patriarcado muy asentado.
En segundo lugar, algún grado de occidentalización en las costumbres de los más jóvenes.
En tercer lugar, utilizar el tono de comedia para ridiculizar algunas de las tradiciones indias.
En el cine de la India, una película referente es El mundo de Apu (1959) de Satyajit Ray. Tercera parte de la trilogía de Apu, de niño enfrentaba los trances del ciclo de vida en una aldea y conocía el significado de la muerte. En las otras dos partes, ya adulto, Apu se traslada a una ciudad a orillas del sagrado Ganges. La evolución de las tres partes, filmada en blanco y negro, era muy dramática y el tema recurrente sería el tratamiento del libre albedrío en oposición a la religión imperante.
Pagglait (2021) recoge esa tradición y esta vez no se enfoca en el marido que pierde a su mujer, sino al revés, una joven mujer ha enviudado a pocos meses de haberse casado. El significado de la muerte todavía se oculta tras las tradiciones, pero el libre albedrío tendrá que ver con asumir la modernidad.
Sandhya yace deprimida en su cuarto por la pérdida del esposo, mientras las familias de ambos cónyuges se han reunido en su casa a ofrendar al difunto durante trece días, momento en que el alma de Astik se separará del cuerpo y descansará en paz. Le ponen comida y agua en una vasija de barro y le encienden velas. Durante ese período los parientes deben dormir en el suelo, comer poco, no fumar como tampoco beber licores.
En el cine indio es usual incorporar canciones y bailes. En Pagglait no hay bailes, pero las canciones populares tienen gran protagonismo. No es el clásico segmento musical, sino que las letras nos cuentan de la voz interior de Sandhya, los instantes en que saca a flote sus emociones.
Hay muchas tomas cenitales de las azoteas y la cámara seguirá a Sandhya mientras medita sobre la nueva situación. «La vida estaba enojada conmigo», le susurra la canción.
Las primeras letras serán melancólicas, pero según va transcurriendo la cinta, se volverán más alegres conforme Sandhya va aprendiendo a conocerse.
La película está filmada en colores y renuncia, la mayor parte del tiempo, a los planos fijos de la trilogía de Ray. Donde este último se inclinaba al drama griego, en cambio, Umesh Bist utiliza el tono de comedia para dar cuenta de la galería de personajes que conforman la familia.
El humor recorre el despliegue de tradiciones mortuorias. Los parientes mantienen la compostura en público, pero durante la noche se encuentran bebiendo y fumando en las azoteas. Los comerciantes les explicarán las tradiciones a los deudos, que curiosamente requieren que las cenizas sean arrojadas en medio del Ganges, lejos de la orilla, para lo cual deberán arrendar sus botes. «Deben ir lejos, porque el alma debe viajar lejos», es la explicación que oculta mucho del negocio tras la religión.
En ningún caso se trata de una comedia convencional, el director también dará cuenta de las tradiciones que envuelven a la muerte de una persona, rescatando la manera de filmar de Satyajit Ray.
Ya arrojadas las cenizas, el hermano de Astik anuncia que los pecados le han sido perdonados.
«Abuela, estos trece días cambiaron mi vida», le confiesa Sandhya. El director rescata esa parte de la tradición, con la abuela sonriendo al centro de la habitación, el director recupera los planos fijos de Satyajit Ray, la abuela es una figura central dentro de la cultura india.
El resto de los familiares están muy bien interpretados, secundarios numerosos que insuflan humor y dramatismo a la cinta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En esos trece días Sandhya aprenderá a conocer a su esposo. Se enterará de un secreto luego de encontrar la fotografía de una mujer entre sus pertenencias.
La muchacha era incapaz de llorar su pérdida, hasta que esa fotografía le hizo hervir la sangre.
Sandhya no debería probar más que comida tradicional y con su amiga Nazia se escapa para comer en la calle y beber una Pepsi.
Enfurecida, Sandhya quiere conocer a la misteriosa mujer. Akansha le dice que Astik nunca la engañó, que ellos estaban enamorados, pero sus padres no consintieron el matrimonio.
La viuda sabrá que su esposo era un romántico, preguntando detalles a Akansha, mujer sofisticada que lleva una vida de lujos. A través de esa mujer, conoce lo que es estar enamorada. «Sufro un poco menos», reza otra canción.
Sandhya empieza a ver la luz en los ojos de los amantes y mientras viaja en metro verá la vida con otros ojos, hasta el punto de perdonar a Astik. Decide tomar el control de su vida y huye para que el patriarcado no decida por ella.
Umesh Bist rescata de esta forma el libre albedrío que insinuaba el cine de Satyajit Ray.
La muchacha era incapaz de llorar su pérdida, hasta que esa fotografía le hizo hervir la sangre.
Sandhya no debería probar más que comida tradicional y con su amiga Nazia se escapa para comer en la calle y beber una Pepsi.
Enfurecida, Sandhya quiere conocer a la misteriosa mujer. Akansha le dice que Astik nunca la engañó, que ellos estaban enamorados, pero sus padres no consintieron el matrimonio.
La viuda sabrá que su esposo era un romántico, preguntando detalles a Akansha, mujer sofisticada que lleva una vida de lujos. A través de esa mujer, conoce lo que es estar enamorada. «Sufro un poco menos», reza otra canción.
Sandhya empieza a ver la luz en los ojos de los amantes y mientras viaja en metro verá la vida con otros ojos, hasta el punto de perdonar a Astik. Decide tomar el control de su vida y huye para que el patriarcado no decida por ella.
Umesh Bist rescata de esta forma el libre albedrío que insinuaba el cine de Satyajit Ray.