Esta, señores, es la única película que he visto en el cine con mis padres y mis dos hermanas. Podría servir ese dato como baremo para lo triste que es mi vida...pero me limitaré a decir que después de tan desagradable experiencia, mis padres nunca más quisieron ir al cine conmigo. El porqué de la elección de este bodrio a la hora de comprar unas entradas es una suma de circunstancias tal, que ni el propio Ortega y Gasset podría descifrar. Una cartelera floja (y eso que no era verano, ni navidades), un par de actores jóvenes de moda y al alza (el de Dawson Crece y el de The Boondock Saints con William Dafoe), y no sé qué más decir para justificar esa elección, quizás que quería hacerme el peinado de Norman Reedus y llevar una bufanda tan chula como la suya...pero no convenzo a nadie así ¿no? El caso es que las palomitas estaban buenas, y luego fuimos a una pizzeria y lo pasamos bien. Ya sé que todo esto no tiene nada que ver con la película, pero hagan el favor de creerme si les digo que es mejor que no sepan nada de ella. Tan sólo evítenla.