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Voto de El malo de la película:
6
Drama A finales del siglo pasado, en un monasterio situado en las montañas del Magreb, ocho monjes cistercienses viven en perfecta armonía con sus hermanos musulmanes. Pero una ola de violencia y terror se apodera lentamente de la región. A pesar del creciente peligro que los rodea y de las amenazas de los terroristas, los monjes deciden quedarse y resistir. (FILMAFFINITY)
9 de febrero de 2011
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena película la de Xavier Beauvois –De dioses y hombres (2010)-, que narra la vida y muerte (martirio) de un grupo de monjes trapenses en el monasterio de Nuestra Señora del Atlas en Tibhirine (Argelia). No se trata de una obra para todos los paladares, como tampoco lo era la de Philip Gröning –El gran silencio (2005)-, que narra la vida de los monjes cartujos en un convento de los Alpes franceses. Entre una y otra película hay grandes diferencias, pero también similitudes, porque ambas muestran aspectos distintos del mismo fenómeno religioso, de la vida contemplativa, comunitaria y de servicio.
La de Beauvois es una obra aparentemente sencilla, pero de gran complejidad interior; está inspirada en hechos reales, aunque éstos no se cuenten como realmente sucedieron. Su aparente lentitud y monotonía podría estar en correspondencia con la vida sencilla y rutinaria que tienen los conventos de estas características; y más las de éste, tan particular. Sin embargo, la obra avanza progresivamente, mostrándonos la quietud de la vida cotidiana en un recinto de paz, la oración en comunidad, la relación entre las gentes humildes, los trabajos del campo, la asistencia de los monjes a celebraciones religiosas musulmanas, etc., hasta el momento del asesinato por degollamiento de los trabajadores extranjeros a manos de los terroristas. Desde este momento la acción dramática se intensifica, aparecen los militares con sus trajes de campaña, los vehículos de guerra y las armas. Hay un momento de gran tensión, cuando el helicóptero militar se muestra sobrevolando el monasterio y los monjes que están orando se abrazan con temor y ternura a la vez. El sonido del aparato simboliza a mi entender el augurio del mal que se cierne sobre la abadía, preconizando el martirio que les espera. Pero los monjes no ceden en las pretensiones de los militares y deciden quedarse. Porque aunque todos tienen miedo, la decisión de quedarse es tomada en comunidad y tras una reflexión personal profunda, anteponiendo la misión que les ha llevado allí (vivir entre sus convecinos musulmanes para servirles) al dolor del sufrimiento y al temor de perder la vida.
Me gustó especialmente el desarrollo de esa singular “última cena”, en que la cámara recorre los rostros serenos de los frailes, mostrándonos su satisfacción una vez tomada la decisión de quedarse en el monasterio, en tanto suena la música de Tchaikovski envolviendo la escena... Aunque el director se confiesa no-creyente, ha sabido mostrar la intensidad del instante y su profundidad místico-religiosa.
El malo de la película
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