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Voto de Ferdydurke:
9
8,1
20.878
Comedia
En una pequeña ciudad provinciana, a unas burguesas ociosas se les ocurre la idea de organizar una campaña navideña cuyo lema es: "Siente a un pobre a su mesa". Se trata de que los más necesitados compartan la cena de Nochebuena con familias acomodadas y disfruten del calor y el afecto que no tienen. Plácido ha sido contratado para participar con su motocarro en la cabalgata, pero surge un problema que le impide centrarse en su trabajo: ... [+]
12 de junio de 2021
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Agradecidos al séptimo arte. Roma en llamas. Que por una noche.. Son ganas de molestar... Trapalón. La colonia de los mosquitos.
Un asombro. Y un antídoto. Contra todo. Contra la lepra de la bondad y el horror de la caridad, contra la gran idiotez general y toda la hipocresía moral, contra el bienestar social y cualquier tipo de generosidad, contra la mentira abismal y la realidad total.
Y lo contrario. Es una oda a la verdad. Amor a la gente al mirarla por primera vez, al entenderla, al fijarse en ella, al recrearla e inventarla, al comprenderla, al quererla de veras, en definitiva. Observar es amar. Contar es querer. Fijarse en el otro es la mayor honradez. Mostrar es enseñar, conocer.
Lo consigue tal vez por primera vez, como en "El verdugo" lo hiciera poco después, aquella tan alucinante era un estudio de cámara, un trío de cuerda, aquí tenemos toda la orquesta, es la sexta sinfonía de Berlanga, de "La muerte de Ivan Ilich" a "Guerra y paz", de "Memorias del subsuelo" a "Los demonios", en estado de gracia, se desenvuelve como si fuera música, danza, como si la vida misma se viera desde fuera, sin prejuicios ni monsergas, sin doctrina ni moralejas, a tumba abierta, ciencia, de manera implacable, cómica, exacta.
No podemos alzarnos del suelo, no ha lugar a grandes elucubraciones o demasiadas especulaciones, tampoco a tontas teorías, bastante tenemos con respirar, seguir, llenar el estómago, pagar la letra y tener un lugar donde caernos final y definitivamente muertos.
Diría que es perfecta, salvo algún pequeño momento, como decía el otro, más o menos inadvertido, esas últimas palabras cantadas, por ejemplo, en el que tal vez es ya demasiado e innecesariamente explícita, una nota que se escapa o chirría dentro de una tan inspirada y precisa melodía.
Un asombro. Y un antídoto. Contra todo. Contra la lepra de la bondad y el horror de la caridad, contra la gran idiotez general y toda la hipocresía moral, contra el bienestar social y cualquier tipo de generosidad, contra la mentira abismal y la realidad total.
Y lo contrario. Es una oda a la verdad. Amor a la gente al mirarla por primera vez, al entenderla, al fijarse en ella, al recrearla e inventarla, al comprenderla, al quererla de veras, en definitiva. Observar es amar. Contar es querer. Fijarse en el otro es la mayor honradez. Mostrar es enseñar, conocer.
Lo consigue tal vez por primera vez, como en "El verdugo" lo hiciera poco después, aquella tan alucinante era un estudio de cámara, un trío de cuerda, aquí tenemos toda la orquesta, es la sexta sinfonía de Berlanga, de "La muerte de Ivan Ilich" a "Guerra y paz", de "Memorias del subsuelo" a "Los demonios", en estado de gracia, se desenvuelve como si fuera música, danza, como si la vida misma se viera desde fuera, sin prejuicios ni monsergas, sin doctrina ni moralejas, a tumba abierta, ciencia, de manera implacable, cómica, exacta.
No podemos alzarnos del suelo, no ha lugar a grandes elucubraciones o demasiadas especulaciones, tampoco a tontas teorías, bastante tenemos con respirar, seguir, llenar el estómago, pagar la letra y tener un lugar donde caernos final y definitivamente muertos.
Diría que es perfecta, salvo algún pequeño momento, como decía el otro, más o menos inadvertido, esas últimas palabras cantadas, por ejemplo, en el que tal vez es ya demasiado e innecesariamente explícita, una nota que se escapa o chirría dentro de una tan inspirada y precisa melodía.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Cada segundo es un tesoro, cada escena es bella, todos los personajes son de carne y hueso, están todos los deseos, necesidades y miserias, todas las bajezas y hermosuras, si las hubiera. Somos islas solitarias en un archipiélago tumultuoso. O sordomudos que gritan mucho. O ciegos que no saben hacer la o con un canuto.
Esta película es el mejor tratado de filosofía, se la debieran poner a todo aquel que traficase con los hechos y las palabras de manera espuria, esa sería su condena, para que aprendiera, venga, a pasar en el calabozo/cine con los ojos bien abiertos, como en "La naranja mecánica", la noche entera, viendo sin parar esta obra maestra, debiera estudiarse en la escuela, para los niños y los adolescentes y todos los jóvenes, y en lugar de jurar la constitución, habría que recitar ante el mismo rey todos los diálogos de esta magna creación con el fin de acreditar su incesante visión. Habría que gritar Plácido como conjuro o risa cada vez que ocurriera alguna mentira gruesa o alguna injusticia chusca.
La vida es una muchedumbre abigarrada montada en un motocarro cutre, un urinario ambulante, un casamiento de cuerpo presente, rigor mortis y un besugo imaginario, es una cesta de navidad robada por un cojo, la reina del baile que desea a otro.
Entre "Milagro en Milán" y "Viridiana". De Pirandello a Vittorio De Sica. De Jardiel Poncela o Ramón Gómez de la Sena a Valle Inclán o Gutiérrez Solana y tiro porque me toca. Es Ripstein sin tanta tragedia, o mucho más constante, en cada puta décima.
P.D.: Plácido demuestra claramente que con/tra Franco se vivía mucho mejor, ni punto de comparación, el cine era mayor, muy superior.
Esta película es el mejor tratado de filosofía, se la debieran poner a todo aquel que traficase con los hechos y las palabras de manera espuria, esa sería su condena, para que aprendiera, venga, a pasar en el calabozo/cine con los ojos bien abiertos, como en "La naranja mecánica", la noche entera, viendo sin parar esta obra maestra, debiera estudiarse en la escuela, para los niños y los adolescentes y todos los jóvenes, y en lugar de jurar la constitución, habría que recitar ante el mismo rey todos los diálogos de esta magna creación con el fin de acreditar su incesante visión. Habría que gritar Plácido como conjuro o risa cada vez que ocurriera alguna mentira gruesa o alguna injusticia chusca.
La vida es una muchedumbre abigarrada montada en un motocarro cutre, un urinario ambulante, un casamiento de cuerpo presente, rigor mortis y un besugo imaginario, es una cesta de navidad robada por un cojo, la reina del baile que desea a otro.
Entre "Milagro en Milán" y "Viridiana". De Pirandello a Vittorio De Sica. De Jardiel Poncela o Ramón Gómez de la Sena a Valle Inclán o Gutiérrez Solana y tiro porque me toca. Es Ripstein sin tanta tragedia, o mucho más constante, en cada puta décima.
P.D.: Plácido demuestra claramente que con/tra Franco se vivía mucho mejor, ni punto de comparación, el cine era mayor, muy superior.