Seis personajes y una misma conclusión: "la gente no se comunica", o se comunica mal, o no se entiende, o, simplemente, no comparte intereses.
Los chicos: Patric (fabuloso y atractivo), psicópata sincero, Eckhart (gordo y estupendo), débil y simplón, y Stiller (muy bien), miserable y pelmazo.
Las chicas: Brenneman (muy guapa y muy sensible), perdida y superada, Keener (borda lo borde), ruda y valiente, y Kinski (en su bella madurez), pesada y comprensiva.
Personajes sin peso ni sustancia. Desnortados y traicioneros y patéticos.
Una maravilla. Por la precisión de los diálogos, por la ferocidad y el humor. No deja títere con cabeza, es cruel y salvaje, pero nunca cae en el histerismo efectista, todo está bañado por un suave sarcasmo, por una ironía hiriente, por una comprensión total.
Comedia humana que habla de nuestras miserias y debilidades sin concesiones ni afeites, sin apaños ni disimulos.
En primer término está el sexo, como aquello que se oculta (relativamente) pero que tanto cuenta, indica y mueve, más allá es un ensayo sobre las relaciones humanas en tiempos de incertidumbre y falta de certezas, en el fondo es una reflexión incisiva sobre lo que somos, deseamos y tenemos, en un contexto de clase media americana, gente de buen vivir a finales del siglo veinte; profesores, ejecutivos, periodistas y demás profesionales con tiempo libre y bastante desesperación que han llegado a la madurez sin el más mínimo criterio de lo que debería ser su vida, dudando, y trampeando, entre asumir su (triste) realidad o echarlo todo a perder (o ganar, o..., quien sabe); como una versión coral, más rica y humanizada, del "American Psycho", de una intensidad más baja pero de una mayor hondura y verdad.
Dirección sobria para una película teatral, como un conjunto de pequeños "sketches", muy brillantes y acerados, que sumados dan un todo complejo e inteligente.