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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
3
Drama A finales del verano, Ulises (Jordi Mollà) llega a una pequeña localidad levantina para trabajar en un colegio como profesor de literatura. Allí conoce a Martina, una bella y sensual muchacha (Leonor Watling), que trabaja con sus padres en la pensión en la que Ulises se ha instalado. Los jóvenes se casan y tienen un hijo, pero, poco después, Ulises desaparece en el mar mientras pescaba. Martina vuelve a casarse con Alberto Sierra ... [+]
2 de junio de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terriblemente mala. Disparate pretencioso y vacío.
Nunca Ulises sufrió tanto por una encarnación tan chapucera y ofensiva. Le vienen grande a Mollá (interpretación penosa; una frialdad inexpresiva, una vanidad gélida y apática, un desastre), y no digamos a la película, todas esas referencias a los clásicos grecolatinos ("La Odisea" y "La Eneida"); de hecho, los asesinan a fuego lento, sin vergüenza ni criterio, alevosamente.
Repetitiva, estúpida y nimia. Entre lo que quiere decir (el trayecto de Ulises de ida y vuelta -ay, esa melena al viento "jipiosa"- con la amada sufriente a la "espera") y el cómo lo dice hay un trecho abismal, el que se rellena tan tristemente, sin la más mínima profundidad ni gracia, recurriendo a los mil y un polvos de rigor (casi que cansa ver el precioso cuerpo de Leonor tantas veces desnudo, jadeante sin venir a qué, mira que eso tiene su gran mérito), a diálogos esmirriados y situaciones grotescas, a una mirada escuálida, desvaída, desdibujada, sin pulso ni fuerza, llena de una displicencia envarada y torpe.
Una bonita fotografía y muchos buenos vestidos para sexo mezclado a lo que salga con literatura metida a presión. El conflicto entre la cultura (ridículos recitados de Mollá con la cara traspuesta, la voz susurrante y miradas al infinito) y la opulencia (ese constructor prototípico, arribista levantino, "Huevos de oro"), entre contar historias o contar dinero, es tan simple y primario, está mostrado de forma tan garrula, que da hasta pena.
No sé, puestos a quedarme con algo, quizás el caimán, la insuperablemente cómica escena del pescado en la nevera (versión delirante del fui a por tabaco) y, a pesar de todo, de tanto abuso y exceso, el cuerpo serrano de Leonor (y de paso, su esforzado, encomiable empeño por salir adelante con papel semejante). Eduard, bien también, con esa intensidad ofendida.
Lo dicho, engendro petulante y hueco con un leitmotiv bonito ("Del profundo mar en calma... "), pero demasiado repetido, y mucho y gran desatino. Una idea general que podría ser buena para una realización perezosa y desganada, sin alma ni fuste.
Ferdydurke
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