David y Goliat. Azarías. Milana bonita.
Aunque es cierto que dice, por lo menos, dos verdades, a saber; que el mal ante el bien, o sus hermanos gemelos primos carnales, la cobardía, la abnegación, el sacrificio, ofrecerse en holocausto, poner la otra mejilla, la homilía, no ceja ni cesa ni retrocede, más bien aumenta, se crece exagera; y que a todo cerdo, ojalá, le llega tarde o temprano su San Martín, bueno, en realidad no, pero sí que si te pasas de la raya, jajaja me parto, habitualmente, te pones en peligro, te la juegas un poco más si cabe de lo normal, estás al borde del precipicio del abismo de la perdición de los hombres.
Un ejemplo de algo que me sobra o chirría, cuando le intenta pegar el examigo mientras se aleja la hija con la madre, demasiado evidente o subrayado ese tramo el triste hecho, no era necesario. En cambio me parece bien la elipsis carcelaria, huye de ese modo de tanto al respecto gastado tópico.
Incluso el muy hermoso simbólico descorazonador final está excesivamente preparado, partiendo del hecho, si nos ponemos finos o empíricos, de que no me creo que semejante alfeñique pueda cargar con tanta bestia sobre sus hombros escuálidos.
Lo perdió todo menos el dolor.
Está demasiado pensada para buscar el impacto/efecto, resulta, por tanto, artificial, hinchada, muy autoconsciente.
Casi cada suceso te lo adelantan un rato antes, para que te hagas una (mala) idea y que dios confesados a todos nos coja. Y en otros casos se retuerce la tensión ominosa hasta extremos casi insoportables, cuando está atrapado el tipo en la jaula especialmente, que si sale o no tanto o ya veremos o qué cojones demonios pasa. Manierismo del cretinismo.
El doblaje tiene lo suyo, parece un clon/clown afónico de Woody Allen.
Jackie Brown cuando se meten/salen del capó del coche, sorpresa sorpresa, directo/s al infierno.