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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
5
Drama Un hombre totalmente ajeno a la política viaja a Haití, estado insular gobernado con mano de hierro por el dictador Papa Doc Duvalier, para reanudar su relación amorosa con la esposa de un embajador. Sin embargo, durante su estancia observa ciertos hechos que producen en él un cambio radical que lo lleva a alterar sus planes iniciales. (FILMAFFINITY)
9 de mayo de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiene buena escritura, crepita, de tal palo tal astilla, del galgo, que no galo ni podenco, y la invencible casta, estupendos personajes, diálogos, situaciones, ideas y grandes momentos llenos de emoción, inteligencia, humanidad, hondura y escepticismo a la par que bastantes minutos sobrantes o torpes que aburren a muerte especialmente los referidos a los encuentros pasiones soporíferas de, amantes de Teruel, ella y él.
También falla en los villanos o malotes muy caricaturescos (el humor es propio de inútiles e incompetentes dice uno de ellos, el jefecito negro, como arma en defensa propia, lúcida y lucida, amargura, derrota, juego, clarividencia, diría el otro) y en el desarrollo de ciertos hechos contados sin ninguna gracia ni salero o solera, de cualquier manera, cumpliendo el expediente, sin chispa (ni de la vida ni de la muerte, ni coca ni cola ni nada) ninguna.
El personaje protagonista es harto conocido, arquetipo, el héroe cansado que nunca lo ha sido, sin fe (en la fe tampoco) ni esperanza, apátrida, extranjero, desolado, perdido, rendido, del cisne o el grajo el canto, atrapado entre el vacío puro y una mujer que no es suya ni lo será nunca, enamorado, celoso neurótico, otelo, solitario, sarcástico (el vitriolo como escudo y diagnóstico), ingenioso, como un hijo marchito del Humphrey Bogart ínclito o, ya puestos, del Jake LaMotta más suspicaz paranoico ido, con mucha imaginación y pocas fuerzas o ganas, el que no quiere tomar partido, apolítico, no cree en las grandes causas, el esquivo, el suicida pragmático que al final siempre se deja llevar por la corriente y por los buenos aunque mucho o nada quiera. No cree, pero sigue. Al que le gustan los comediantes, todos en mayor o menor medida fingen, se disfrazan, carnavalada, mienten a destajo, los pobres hombres, los saltimbanquis, los perdedores. Un hombre que no juzga, pero no porque le dé igual o piense que todo es indiferente, nada que ver, sino que porque sabe de primera mano de la debilidad de nuestra condición, de la suya por supuesto.
El otro es fabuloso, el mejor, el que hace Alec Guinness, está maravilloso, el gran farsante, el pícaro sin fuste, el hombre que pudo reinar, un héroe no tan discreto, el inventor de identidades imposibles intercambiables, oler agua, Jaques Audiard, no soy Stiller, el barón Munchausen, si esperas a que te asciendan, te hiernas, el guerrero sin guerra, de los tártaros el desierto, kim, zahorí, creo porque es absurdo, fantasmas y balas, chuletas con almendras.
Más la pareja cómico encantadora insufrible patética vegana entrañable siniestra (mosquitas muerta con alma de mantis religiosa, más peligro que un monzón), la petarda guapa de la muerte alemana, el pobre Peter de hispano convidado de piedra, palmero, sujetavelas, el pintor de batallas, el médico de entreguerras... Topaz.
Todos contra el fuego, contra el doc o galeno tenía que ser el jefe de todo esto, no había otro, qué miedo, el mal absoluto, también su símbolo, surgió de la medicina, del frío, del infierno, me sacas de una duda, no hay tu tía, siempre se repite la misma historia, si no, artista, montan tanto, manga por hombro, descalzaperros.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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