La familia es lo importante, que diría Don Vito Corleone. Para bien y sobre todo para mal si hay dinero y poder de por medio. La historia de la televisión lo sabe muy bien y las trifulcas familiares siempre han sido un filón inagotable. "Dinastia" y "Falcon Crest" en 1981 y "Los Colby" en el 85 son buenos ejemplos, por no mentar a los dioses, "Los Soprano".

En fin que siguiendo con las paráfrasis, todo tiene que cambiar para que todo siga igual y ahora en estos tiempos híbridos de televisión cinematográfica de facturas impecables y de repartos de lujo, nos llegan los Roy. Un emporio mediatico del siglo XX que afronta su futuro en un XXI acelerado con un viejo, duro y experimentado timonel al mando que se resiste a ceder la rueda a su "tripulación" ante la tormenta que se avecina. Las familias poderosas frente a los consejos de administración.

Las aventuras y desventuras de los edípicos hijos compitiendo por recibir el bastón de mando siguen funcionando y más cuando los actores protagonistas rayan a un gran nivel y el diseño de producción los acompaña como es el caso. Todos son odiosos y patéticos que se vuelven paradojicamente entrañables a un espectador que se rie y disfruta con sus cinismos y tribulaciones aún a sabiendas que la realidad supera la ficción y que el planeta que habitamos se va al garete de la mano de estas familias monster que nos dirían aquello de: no es nada personal, solo negocios.

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