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Voto de Mad_Astronaut:
8
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14.884
Ciencia ficción. Drama. Intriga
En un lugar de Rusia llamado "La Zona", hace algunos años se estrelló un meteorito. A pesar de que el acceso a este lugar está prohibido, los "stalkers" se dedican a guiar a quienes se atreven a aventurarse en este inquietante paraje. (FILMAFFINITY)
14 de febrero de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Andrei Tarkovsky plantea en Stalker, a partir de una trama simple y lineal, un punto de partida para focalizar profundamente en los aspectos esenciales del Hombre. Un film más que se presta a la lenta contemplación y reflexión, asistiendo a un transcurrir de tiempo esculpido en imágenes que cautivan con gran magnetismo.
La historia se desarrolla en un lugar envuelto por un aurea enigmática que es conocido como la Zona; una tierra proscrita y hechizada a causa de un misterioso cataclismo, donde impera una fuerza oculta que altera la realidad. Un espacio en el que las leyes de la física quedan anuladas y todo se rige al azar. Pero su verdadero atractivo es la existencia de una Habitación mágica con la asombrosa capacidad de cumplir los deseos más profundos de aquél que entre. Son dos los personajes interesados en adentrarse en ella: un escritor (Anatoli Solonitsyn) de carácter cínico y escéptico, y un profesor de física (Nikolái Grinkó) sin declarados méritos profesionales. Ambos no alegan un motivo real que les conduce a realizar tal aventurado viaje, pero se intuye que padecen una irreconocible desdicha interior. Para adentrarse y orientarse en la Zona es imprescindible un Stalker (Aleksandr Kaidanovski), éste es un hombre aparentemente común pero con una arraigada vocación de sacrificio, que vive junto a su amargada mujer y su hija, una niña muda que oculta un poder telequinético.
La historia se desarrolla en un lugar envuelto por un aurea enigmática que es conocido como la Zona; una tierra proscrita y hechizada a causa de un misterioso cataclismo, donde impera una fuerza oculta que altera la realidad. Un espacio en el que las leyes de la física quedan anuladas y todo se rige al azar. Pero su verdadero atractivo es la existencia de una Habitación mágica con la asombrosa capacidad de cumplir los deseos más profundos de aquél que entre. Son dos los personajes interesados en adentrarse en ella: un escritor (Anatoli Solonitsyn) de carácter cínico y escéptico, y un profesor de física (Nikolái Grinkó) sin declarados méritos profesionales. Ambos no alegan un motivo real que les conduce a realizar tal aventurado viaje, pero se intuye que padecen una irreconocible desdicha interior. Para adentrarse y orientarse en la Zona es imprescindible un Stalker (Aleksandr Kaidanovski), éste es un hombre aparentemente común pero con una arraigada vocación de sacrificio, que vive junto a su amargada mujer y su hija, una niña muda que oculta un poder telequinético.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La incursión en la Zona deja atrás el monocronismo inicial, presentándose exuberante como una vasta extensión de naturaleza silvestre, un paisaje inhóspito y desolado donde la baja niebla deja entrever vestigios como postes eléctricos semiderribados, tanques oxidados y ruinas. Elementos que irradian una extraña belleza surgida de lo herrumbroso. No falta, como es recurrente en las obras de Tarkovsky, el agua: presente desde la cascada hasta la ciénaga, cuyo fluir es seguido con el uso de travellings sobre objetos sumergidos y abandonados. Incluso en su ausencia se hace presente mediante el inquietante sonido del goteo.
El arduo camino de los tres hombres hacia la Habitación mágica es marcado por el Stalker, sin brújulas ni mapas, solo guiado por su fe e intuición, abriendo paso por ese laberinto de ruinas y vegetación (una metáfora de las inquietudes y dudas vitales que tienen distintamente los tres hombres) a base de rodeos por terrenos en constante mutación. El avance hacia la Habitación es llevado a cabo con máxima cautela porque la Zona exige respeto, de lo contrario, castiga. Un vía crucis realizado etapa a etapa, en las que los personajes se verán obligados a pasar por lugares amenazantes y sinuosos; minutos de constante tensión pero también de reposo. Un itinerario catártico en el que a medida que se avanza, afloran dudas, surgen las debilidades y suceden momentos reveladores. Un recorrido metafísico cuya dureza es compensada con la esperanza de que algo pueda cambiar el destino de sus vidas. La Zona, es pues, un campo abierto a la esperanza, un lugar propicio a la introspección personal, cuyo recorrido es un pretexto para el hombre desolado pueda encontrar algo de fe.
El arduo camino de los tres hombres hacia la Habitación mágica es marcado por el Stalker, sin brújulas ni mapas, solo guiado por su fe e intuición, abriendo paso por ese laberinto de ruinas y vegetación (una metáfora de las inquietudes y dudas vitales que tienen distintamente los tres hombres) a base de rodeos por terrenos en constante mutación. El avance hacia la Habitación es llevado a cabo con máxima cautela porque la Zona exige respeto, de lo contrario, castiga. Un vía crucis realizado etapa a etapa, en las que los personajes se verán obligados a pasar por lugares amenazantes y sinuosos; minutos de constante tensión pero también de reposo. Un itinerario catártico en el que a medida que se avanza, afloran dudas, surgen las debilidades y suceden momentos reveladores. Un recorrido metafísico cuya dureza es compensada con la esperanza de que algo pueda cambiar el destino de sus vidas. La Zona, es pues, un campo abierto a la esperanza, un lugar propicio a la introspección personal, cuyo recorrido es un pretexto para el hombre desolado pueda encontrar algo de fe.