Aunque al principio estuve a punto de quitarla la verdad es que el disgusto inicial se va transformando en puro placer a medida que la película avanza. Un ritmo diferente para una película asiática en la que pasan bastantes cosas. No es que no me guste el cine visual pero se agradece de vez en cuando algo más de acción.

No sé hasta que punto Tarantino y Miike se han influenciado uno al otro pero la verdad es que pude captar ciertas semejanzas entre los dos directores. El tipo de cámara, la venganza que se quiere llevar a cabo, las escenas algo desagradables aunque no demasiado sangrientas.

Algo que me llamó la atención fue la música. Durante casi la primera hora y media de película diría que no hay, que no existe banda sonora. Pero llega el final y la caga, bueno, no es que la cague pero podría haber seguido sin música y no meter esa banda sonora al final en la batalla.

En definitiva, una película, aunque con algunos peros subjetivos por mi parte, de siete. Una película que ha hecho que me interese más por este director aunque no sé si por las de samuráis.

Lo mejor: el personaje que a todos gustará y no hace falta decir quién.
Lo peor: algunas escenas y un final algo estirado.