Coixet nos sumerge en la relación sentimental de un señor de sesentitantos años con una chica de treintipocos, y los problemas que surgen por la diferencia de edad entre ellos y ante la sociedad.

Resulta cuando menos irónico, pues Ben Kignsley tenía 66 años cuando hizo la película y estaba casado con Daniela Barbosa de Carneiro, de 34 años. Probablemente estaba de vuelta de todo lo que Coixet cuenta.

Kingsley teme ante todo perderla. Que ella conozca a un chico más joven y le abandone. Eso hace que se sienta inseguro, También teme qué pensará la familia de ella. Su inseguridad hace que cometa torpezas que van estropeando la relación.

Penélope Cruz por una vez no hace de niñata chillona. Su papel es tranquilo y maduro, a la vez que seductor. Muestra su cuerpo sensualmente y expresa sus sentimientos de forma directa. Es, en esencia, una mujer de categoría.

Hopper, igualmente, hace un papel de viejo sabio totalmente opuesto a sus papeles de acción, que aconseja a este Kingsley dubitativo y tembloroso.

Hay una frase graciosa que me ha llamado la atención, porque a ese pensamiento profundo no le falta razón: "cuando haces el amor con una mujer te vengas de todas las cosas que te han derrotado en la vida".