Fue lo que debió de pensar Johnny Clay tras ver cómo a cierto equipamiento le ocurría algo. Kubrick filmó a finales de la década de los 50 su, realmente, primera muestra de autoría que le estrelló como gran maestro cinemático que es.

Un guión, adaptado por el propio Kubrick, que empieza a dar muestras de calidad que se palpa de la nutrida mente de dicho realizador. Película rodada en blanco y negro, correctamente ajustada en su duración, rodeada de intérpretes notables y concisos, que defienden argumento y dirección durante hora y media.

Me niego a revelar de qué trata, existe algo llamado sinopsis, y la misma tiene la información necesaria para que os llame la atención si es menester.
Lo que si diré, es que me parece una muy buena cinta, intrigante, fortuita, elegante, inesperada, y bien escrita.

Kubrick en sus inicios señoras y señores.