No se puede ser más british que esta película. Podemos apilar varias toneladas de bolsitas de té, chaquetas de tweed, kidney pie y DVDs de Benny Hill y aún así todavía seríamos la margarina de lo británico.
Ahora en serio, esta película de James Ivory es simplemente un portento. Al margen de que el guión sea francamente bueno no es fácil darle un tono así, tan melancólico pero no deprimente, tan pausado pero tan apasionante. El duelo entre Hopkins y Thompson es memorable y no necesita más comentarios aparte de que cierra el género de mayordomos y amas de llaves; todo lo posterior son sucedáneos o caricaturas. Pero en mi opinión lo que convierte una gran película en algo más es cómo la narración engarza perfectamente una trama de fuerte componente personal con otra paralela, francamente didáctica, sobre la vida de la aristocracia inglesa antes de la IIGM y cómo una visión del mundo se desmoronó con ella. En definitiva, película imprescindible.