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Voto de Juan Marey:
7
Drama Edith es una joven judía deportada a un campo de exterminio, donde pierde a su familia. Ella se salva porque acepta desempeñar la función de Kapo, prisionero privilegiado cuya misión consiste en vigilar a los demás presos. Edith se adaptará a las formas brutales y despiadadas de sus carceleros hasta que se enamora de un prisionero soviético. (FILMAFFINITY)
14 de octubre de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Kapò” define a la perfección el cine de Gillo Pontecorvo, un cine de compromiso militante, de mirar a la realidad cara a cara y sin esconder las preferencias ideológicas, pero sin dejar de lado un interés notable por alcanzar las grandes plateas, incluso al precio de contradecir a los sectores más puristas del cine internacional de los tiempos en que el italiano era uno de los grandes del cine de denuncia, la década de los años sesenta. Claramente izquierdista se adentraba en los recovecos de la desgracia fascista, no dejando indiferente absolutamente a nadie. Susan Strasberg le sirve aquí para hablar de los kapò, denominados como “policía judía”, presos que vigilaban a los demás presos a cambio de mejor trato, poniendo sobre la mesa cuestiones que aún no se habían planteado en el cine que trató el tema del Holocausto judío y los campos de concentración.

El interés principal del filme radica en ser uno de los primeros que abordó abiertamente el horror de los campos de concentración, mostrando particularmente la situación de las mujeres, y en que analiza con gran crudeza la adaptación psicológica de la joven Edith a una realidad terrible. La película es también una reflexión acerca del colaboracionismo y de las circunstancias que conducen al mismo, en este caso la mera supervivencia y la terrible convicción de que ésta prevalece sobre la dignidad. El filme se beneficia de un estupendo guión, unas creíbles interpretaciones y de una notable ambientación, que transmite eficazmente la dureza de los campos. Todo ello, bien amalgamado por el director, da como resultado una película directa, dura y desesperanzada.

Susan Strasberg, merece un elogio especial. Además de ser muy bella, esta actriz neoyorkina (1938-1999) que no llegó por muy poco a conocer el siglo XXI, era una estupenda intérprete de obras dramáticas. Su rostro era de una seducción impresionante y en esta película, que quizás sea la mejor de toda su carrera, realizó una actuación que queda relevantemente para la historia. Ella era pequeña y delgada, pero enamoraba por su enorme carisma, tanto haciendo de digna, como de indigna o de indignada.

Una buena película, una película tremenda, cruda, convincente, trágica y hasta en ocasiones repugnante. Todo un testimonio de lo que somos los seres humanos o en qué nos podemos convertir cuando nos vemos inmersos en una situación límite de sufrimiento, de humillación, de deshumanización.
Juan Marey
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