En 1938 Hitchcock dirigía “Alarma en el expreso”, en mi opinión la película más brillante de su etapa inglesa. En ella, una anciana desaparecía en un tren y la protagonista se desesperaba al comprobar que ninguno de los pasajeros parecía recordarla.

El esquema es similar aquí. La joven Victoria Barton llega a París en compañía de su hermano Johnny, en vísperas de la inauguración de la Exposición Universal de 1889. A la mañana siguiente, Vicky no encuentra a su hermano en el hotel donde se alojaron. No solo ha desaparecido él, también la habitación en la que pasó la noche. Los responsables del hotel aseguran que llegó sola y la joven no consigue convencer a la policía de lo contrario.

Curiosamente sería Hitchcock quien adaptaría de nuevo esta historia parisina en su serie de televisión “Hitchcock presenta”, con el protagonismo de su propia hija.

En todo caso, es mejor no saber nada de leyendas urbanas o de hechos reales en los que se basa y sumergirse en un agradable misterio. La película juega muy bien al despiste y es fácil caer en algunas de sus pistas falsas.
Está muy bien realizada y aprovecha de maravilla un metraje de solo 86 minutos.

Cuenta también con buenos personajes. Además de una encantadora Jean Simmons, que transmite primero ilusión y después angustia, tenemos al buenazo de David Tomlinson, conocido sobre todo por “Mary Poppins” y “La bruja novata”, que, aunque fatigado por el viaje, no puede negarse a los ruegos de su hermana pequeña, cuando quiere visitar de noche la ciudad. Hay también un apuesto caballero, interpretado por Dirk Bogarde, los siniestros dueños del hotel (¿qué demonios están ocultando?), una joven espoleada por su madre a seducir a un galán y una sirvienta que se convertirá en estrella de uno de los números de la Exposición, el vuelo en globo.