Eleuterio Sánchez fue un autentico desgraciado, en el sentido de, no tener suerte o carecer de gracia. Para poder comer robaba, porque nadie le quería dar un trabajo. Se rodeó de malas compañías y se metió en el robo de una joyería y posteriormente en la huida de los grises le acusaron falsamente de matar de un tiro a una niña. Le querían estrujar el cuello en el garrote vil, pero le conmutaron la pena por treinta años de presidio: "Treinta años son muchos por romper un cristal".

Lo tenían a todas horas en la tele, ya que el franquismo lo encumbró como su peor enemigo para así no tocar otros temas más peliagudos para el régimen dictatorial. Era un pobre analfabeto que tenía unos huevos como balones de fútbol para poder escaparse nada menos que dos veces de las autoridades. Aprendió leyes en presidio y se sacó la carrera de derecho a través de la UNED, para trabajar como abogado posteriormente. La historia es real y es incluso más impresionante que lo que cuento aquí. Aquí sólo escribo pequeñas pinceladas de la vida de un desafortunado que recibió el más vejatorio trato por parte de la policía y se le sentenció a 51 años por luchar por una libertad que le habían arrebatado injustamente.

La película es formidable. Posiblemente de las mejores del cine español. Arias y Abril están sublimes y la historia y su guión es subyugante. Es la peli española que más me ha gustado. Quizás sólo le igualen: "El crimen de Cuenca" (1979) y "El perro del hortelano" (1996) y "Los santos inocentes" (1984) de Mario Camus. Magnífica película con buenas interpretaciones y una historia real a las espaldas de un desgraciado que logró salir del abismo y contra todo hacerse un hombre de los pies a la cabeza. Y muy digno y bueno tiene que ser ese hombre para que estando tan pisado no guardar rencor a la sociedad.

Eleuterio Sánchez, siéntete orgulloso de ser como eres.