Belleza, pasión y detallismo. Esos son los pilares fundamentales para una buena película, pero si le sumamos el factor Malick, que con valentía y decisión, es capaz de pararse y hacer frente a la asquerosidad que sale muchas veces de Hollywood, y filmar, de manera poética, como nadie lo ha hecho. La cámara de Malick es capaz de hablar por si sola dejando de lado los diálogos aburridos y los monólogos incoherentes para dar paso a una verdadera sinfonía audiovisual. La capacidad emotiva de la obra y su bella fotografía hacen del film un poema cinematográfico y nos da las suficientes esperanzas de que el cine aun no ha tocado techo. La actucion de de Pitt,y Chastain son maravillosas, sobre todo ella, y el oscarizado Sean Pean hace lo suyo, aun cuando su participación no es asombrosa. Dijo el poeta alguna vez: Me gustas cuando callas, porque estas como ausente. Así precisamente se encuentra Malick en el mundo del cine, silencioso y entre las sombras, donde el tipo trabaja mejor y nos da estos regalos impagables, dignos de una canción de Pink Floyd o algún movimiento de Beethoven. Si Neruda hubiera sido cineasta, seguramente su nombre hubiera sido Terrence Malick. Por favor sigue brillando diamante loco.

Victor Casanova Rojas.