La vi con 14-15 años y me encantó. No la había vuelto a ver desde entonces. Además, en este tiempo estuve en Marrakech, donde se ambienta la primera mitad de la película, y me gustó ver que hace 50 años era todo exactamente igual, la plaza Djemma El Fna apenas ha cambiado, incluso el cuentacuentos era ya entonces la principal atracción de la plaza.

La historia... es Hitchcock. Su mensaje es el de siempre: Asesina, secuestra, planea los más retorcidos actos, pero siempre con gusto exquisito, como no puede esperarse menos de un inglés. Hitchcock era un inglés de alta alcurnia bastante tocadete de la cabeza cuyo deporte favorito, aparte de imaginar escenas perturbadas con rubias, era crear y retocar historias macabras con las que abrirle la boca de un susto a las viejas pijas que le rodeaban.

Hoy en día es una película que no hay por donde cogerla, está llena de postureos absurdos de los que seguramente bebió la época paródica de Roger Moore en la saga Bond. Por no hablar de una inmensa cantidad de "por que yo lo valgo", pero qué se puede esperar del inventor del macguffin. Cualquier atisbo de verosimilitud o razonamiento no importan, todo está al servicio de meterte la tensión en el cuerpo.

Dicho eso, si uno sabe meterse en el universo Hitchcock disfrutará. Veo difícil que alguien que no lo hiciese de joven consiga hacerlo una vez visto mucho más cine actual de intriga. Pero si se consigue... esta película tiene a un gran James Stewart correteando por el norte de África y por Europa, metiéndose en toda clase de tinglados, con tal de recuperar a su hijo de las garras de unos secuestradores amantes de la ópera, y por medio una rubia de nariz respingona cantando una canción antológica, un asesino de etiqueta, camellos marroquíes, persecuciones por el zoco, callejones londinenses... ¿Qué más quieres?