La casa de las flores se ha atrevido a incluir una suerte de spin off, a modo de flash backs, en su trama: vemos a Virginia y algunos de sus amigos y amores en su juventud, a fines de los años 70s en México, con un elenco ciertamente carismático y logrando un fuerte efecto vintage.

El modo en que articula esas historias del pasado con las numerosas subtramas del presente, y éstas entre sí, es sencillamente ejemplar.

La serie siguió resignificando la telenovela y el melodrama, explorando otros aspectos del machismo, la homofobia y el concepto de familia y parentezco, en algunos momentos con inusual dureza. Los registros van de la comedia franca, al melodrama, a veces de tintes casi ripstenianos.

Las actuaciones de todos siguen siendo notables (mejores, en algunos casos) y hay una maduración en la puesta en escena, enriquecida por una efectiva banda sonora.

Acaso sin recuperar la frescura y el desenfado sexual de la T1 (esta temporada es más recatada), esta T3 está plena de hallazgos y de personajes nuevos o que adquieren nuevos significados, y nos regala una serie de momentos y frases para el recuerdo , como las ácidas réplicas feministas de Paulina de la Mora y las que abren cada capítulo, a modo de epígrafes (ver abajo), con un muy buen final.