Estamos ante la adaptación del libro escrito por Geeta Anand, "The Cure: How a Father Raised $100 Million - And Bucked the Medical Establishment - in a Quest to Save His Children", sobre la odisea de un padre luchando a capa partida por coordinar intereses farmacéuticos, y estimable - a la vez que desestimada en cuanto a falta de presupuesto - sabiduría científica, para hacer realidad una probable y factible medicina, para la hasta entonces mortal enfermedad degenerativa que padecen sus hijos.

Una historia, en la que desde su primer fotograma es una carrera contrarreloj, por hacer realidad esa medicina que es la única esperanza de salvar la vida de unos niños aquejados por una maldita afección (Enfermedad de Pompe), que nos cuenta unos hechos que realmente sucedieron, a poco que este bien contada, a mi juicio es más que interesante e instructiva, si como en este caso, el encargado de encarnar a ese padre inasequible al desaliento, ejemplo de bonhomía, y dispuesto a aliarse con el diablo si hiciera falta para salvar todo tipo de escollos (créanme, el proceso, es, y se ve, como un thriller), es un sorprendente Brendan Fraser realizando un excelente y creíble trabajo, y Harrison Ford (no recuerdo los años que hace que no le veía presidir los títulos de crédito, aquí segundo, tras Brendan Fraser) el de dar vida a ese Dr. Stonehill, excéntrico sabio y cascarrabias, poseedor de una de las mejores, y más emotivas frases de la película ("me pongo en tu lugar, si mis hijos estuvieran en peligro de muerte no dudaría en aplastarte como un insecto para salvarlos"), y tanto Keri Rusell en el papel de esa madre que es digna esposa de tal marido, como los 3 chavales que hacen de hijos de los Crowley (la niña, Meredith Droeger, es todo un hallazgo, te divierte y sacude las entrañas a partes iguales en cada aparición), y el resto del casting acompañan más que dignamente la función, y la dirección de Tom Vaughan deja que sea la historia la que sacuda las emociones del espectador (sin forzadas manipulaciones de telefilm de sobremesa), el resultado es una buena película, con una edificante, informativa, veraz (jodidas empresas farmacéuticas, cuyo único Dios es el beneficio monetario), y emotiva historia, bien contada, y bien interpretada.

Súmese una excelente banda sonora, cortesía de los gustos musicales del buen doctor (Eric Clapton, Deep Purple, Grateful Dead, y The Band, entre otros), y una buena edición y fotografía, et voila, buena película.