Nos encontramos ante una película para televisión del montón, cuya relevancia consiste únicamente haber sido el último trabajo de su protagonista, la triste y prematuramente fallecida Brittany Murphy, que abandonó este mundo en 2009, a los 32 años, víctima de una letal combinación de circunstancias que, ahora, no vienen al caso.
La película en sí, al igual que muchas de las de su género, constituye puro y duro entretenimiento vespertino. No hay que buscarle una excelente realización, o un guión de calidad o unas grandes interpretaciones. Todo es regular y rutinario, pero no se necesita más para llenar una tarde. Y “Abandonada” la llenaría sin problema, pero precisamente por ser el último trabajo de Murphy, la película deja el terreno de los telefilmes y se adentra en el morbo, el morbo de la muerte.
La frágil y perdida protagonista, Mary, constituye un macabro reflejo de lo que era Brittany Murphy en esos momentos, una mujer enferma que se consumía y a la que no quedaba nada de vida. Siempre que se ve la última película de un actor el morbo asoma, bien sea por decir “y después murió” o porque supuso un digno cierre, una rúbrica adecuada. Pero cuando el que muere es joven, es inevitable y lógico sentir, más que morbo, tristeza y pesimismo. Una vida segada, cuando las cosas que le quedaban por vivir eran muchas. Y esa tristeza se hace más patente si cabe en la escena final de la película que, debido al aciago destino de la actriz, se convierte en una amarga y sombría premonición, cuando en realidad quería simbolizar la superación de las desgracias y el renacimiento personal. Una verdadera lástima.
Descanse en paz, señorita Murphy.

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